Sabemos cómo se ve una piel
saludable. Tiene una apariencia luminosa, sin importar la edad. Inclusive si no
heredamos un cutis perfecto, podemos sacar buen partido de lo que tenemos sin
recurrir a productos de belleza muy costosos. Aquí va un secretito de algunos
de esos productos: muchos contienen ingredientes cuyos sustitutos, muy
efectivos, ya tienen un lugar en los estantes de su alacena.
Básicos del
cuidado de la piel
Antes de
embarcarse en un sistema de elaboración propia para el cuidado de la piel, es
importante que conozca su tipo de piel y cuál es el mejor cuidado específico.
Los expertos clasifican los tipos de cutis en cuatro tendencias generales:
normal, seco, graso y sensible. También reconocen que la piel madura requiere
un cuidado especial, cuando la mujer atraviesa la menopausia y más adelante.
La piel
normal tiene buen color, es suave y lisa, no demasiado seca ni
muy oleosa. No es extremadamente sensible al sol, al clima o al ambiente en
general.
La piel
seca se ve opaca, se siente tirante después del lavado, y
necesita protección y humectación constante para no descamarse y “pelarse”.
La piel grasa puede
sentirse suave y elástica, pero se ve con brillo y exige limpieza varias veces
por día. Los poros son de mayor tamaño que en la piel normal o seca. Este tipo
de piel es propensa a puntos negros.
La piel sensible reacciona mal ante el sol y los agentes
irritantes. Se quema con facilidad y puede presentar erupciones,
enrojecimiento o manchas cuando se la expone a una sustancia nueva, como las
sustancias químicas que se suelen encontrar en los productos de limpieza facial
de venta libre.
La mayoría de las personas tiene un tipo de piel combinado; por ejemplo, normal con áreas grasas en la frente, la nariz y el mentón, o tal vez sequedad en torno a los ojos.
Para todos los tipos de piel, es
beneficioso limpiar, tonificar y humectar dos veces por día: por la mañana y
antes de acostarse. Además, dos tratamientos caseros (vapor y exfoliación)
ayudan a que la piel se vea cuidada como en un spa.
• Limpieza: Elija un limpiador facial según su tipo
de piel, y lleve a cabo este ritual diario esencial para eliminar el maquillaje
y la suciedad.
• Tonificación: Después de la limpieza, use el
tónico para retirar los residuos del limpiador y cerrar los poros.
• Humectación: Según su tipo de piel, elija el humectante y aplíquelo sobre el rostro, cuello y escote dos veces al día.
• Vapor: Una o dos veces por semana puede brindar a su rostro una limpieza al vapor de 10 minutos. El vapor actúa de manera natural para mejorar la microcirculación en la superficie de la piel. También depura de toxinas y desechos, ya que abre los poros, y facilita la absorción de los aceites esenciales y de las hierbas que se agregan al agua.
Los alimentos de su despensa para una piel bella
Hacer unos recortes en una dieta
poco saludable es el punto de partida para realzar la salud y la belleza de la
piel. Primero, reduzca los alimentos grasos y azucarados, que contribuyen a la
inflamación y empeoran cualquier afección de la piel. Reemplace la comida
chatarra por alimentos ricos en antioxidantes y otros nutrientes, que mejoran
la salud de la piel. Cuando la alacena está bien provista de estos alimentos,
se puede preparar un refrigerio saludable en menos tiempo que en un mostrador
de comidas rápidas. Disfrútelos habitualmente y su piel será recompensada.
Salmón en lata 85 gramos, dos veces por semana
Té verde 2 tazas o más por día, caliente o helado
Semillas de lino 2 cucharadas de semillas recién molidas por día
Aceite de oliva 1 cucharada por día
Sardinas en lata 60 gramos, una o dos veces por semana
Aceite de canola 1 cucharada por día
Nueces de Brasil Un puñadito, dos o tres veces por semana