1. Evaluar. Saber exactamente qué alimentos hay y cuáles no hay en tu casa. Guardar las sobras siempre en recipientes transparentes para mantener un registro de ellas. Estar atento a los vencimientos y siempre mover los alimentos que tienen vencimiento próximo al frente de la heladera para usarlos antes. Comprender las proporciones necesarias. Adquirir comida fresca teniendo en cuenta cuándo se comerá.
2. El freezer es tu amigo. El freezer puede hacer que casi cualquier alimento se mantenga fresco durante meses. Entonces, si simplemente no tenés ganas de comer al otro día las sobras de hoy, lo ideal es congelarlas. El congelador también es bueno para abastecerte de alimentos básicos. Por ejemplo, podés congelar un cantidad extra de salsa en varios recipientes cada uno con la proporción correcta para tu familia. Además, se puede aprovechar para almacenar verduras y frutas de temporada como las frutillas, los alcauciles, etc.
3. Guardar también las cosas pequeñas. Los pequeños restos de alimentos también pueden guardarse ¿Medio sandwich vale la pena? Sí, a la noche puede ser un aperitivo o completar el almuerzo del día siguiente de la vianda escolar. Reciclar la comida pequeña consiste en encontrarle nuevamente su oportunidad (rápidamente).
4. Compras más inteligentes. El mejor consejo es hacer una lista de compras y ceñirse a ella cuando se está en el supermercado. De lo contrario es muy fácil dejarse llevar por la venta de artículos o de alimentos que realmente no se necesitan. La planificación de tus comidas por adelantado ayuda a crear una lista de ingredientes y evita las compras por impulso que puede terminar fácilmente en la basura. Tirar comida es el resultado de la falta de planificación.
5. Disponer siempre de los “básicos”, es decir, latas, vegetales, carne y pescados congelados, distintos tipos de pastas, arroz y granos, son elementos esenciales con una vida útil muy larga, lo que permitirá combinarlos con los restos de comida y crear nuevos platos.
(Fuente: http://cukmi.com)