Esta dolencia va destruyendo las fibras delicadas del nervio óptico. El resultado: pérdida de la visión. Pero no se desanime, se puede actuar para frenarlo.
Causado
por una elevación de la presión intraocular no tratada, que puede acumularse si
el sistema de drenaje ocular no funciona adecuadamente, el glaucoma es una
dolencia silenciosa. Algunas personas con presión aparentemente normal también
pueden desarrollar glaucoma. Sin embargo, los controles periódicos y ciertos
medicamentos pueden ayudar a ponerle un freno a este mal.
Contrólese
con el oftalmólogo. Todas las personas
deberían realizarse exámenes visuales exhaustivos cada dos a cuatro años
después de los 40, y cada uno o dos años después de los 65. El oftalmólogo
dilatará las pupilas para buscar signos de daño al nervio óptico, medirá los
niveles de la presión en los ojos y controlará el grosor de la córnea (una
córnea delgada se asocia con un riesgo más elevado de glaucoma). También
debería realizarse una prueba del campo visual para controlar pequeños puntos
ciegos.
Conozca
su riesgo. Si bien cualquier persona puede desarrollar glaucoma, el
riesgo es significativamente más elevado si un familiar lo padece, si tiene más
de 60 años. En comparación con los caucásicos, los afroamericanos tienen 5
veces más posibilidades de desarrollar glaucoma y 15 veces más posibilidades de
quedar ciegos por glaucoma entre los 45 y 64 años. La diabetes, la
hipertensión, la miopía, las lesiones oculares graves y el uso prolongado de
medicamentos con esteroides también pueden elevar el riesgo. Si tiene un riesgo
alto, descubrir los problemas de manera temprana debería ser su prioridad. Deberá
realizarse exámenes visuales con mayor frecuencia
según
lo recomiende su médico.
Si
su médico le receta gotas oculares, úselas. Si
la presión dentro de los ojos es elevada, usar gotas oculares que bajan la presión
a diario podría salvar su visión. En un estudio de referencia realizado a 1686 personas
con presión ocular alta, pero sin signos
de daño al nervio ocular, quienes usaban las gotas redujeron el riesgo de daño
durante los siguientes cinco años a la mitad. Si las gotas oculares no funcionan,
o si la pérdida del nervio óptico sigue avanzando a pesar del uso de las gotas,
su médico podría sugerirle realizarse una cirugía para ayudar a disminuir la
presión ocular.
Controle
la diabetes. Tener diabetes tipo 2 eleva los riesgos de desarrollar glaucoma
en un 70 por ciento, según los investigadores de la Escuela de Salud Pública de
Harvard. Los expertos sospechan que la diabetes incrementa de alguna manera la
presión ocular o deja al nervio óptico más susceptible a daños. Si tiene
diabetes, controle los niveles de azúcar en sangre y hágase un control de los
ojos una vez por año para detectar glaucoma y otros problemas de la visión
relacionados con esta afección.