Lo crea o no, bajar de peso y ejercitarse sirve de aliciente para enfrentar esta dolencia, que afecta a muchas mujeres.
Las fluctuaciones
en los niveles de estrógeno y progesterona afectan el sistema de control de
temperatura del cerebro de modo que este reacciona exageradamente a pequeños
cambios de temperatura dilatando los vasos sanguíneos para intentar refrescar
el organismo, aunque no sea necesario.
Es posible que la sensación de calor, sofoco o sudoración excesiva durante la noche, pueda interrumpir el sueño y empapar su descanso. Sin embargo, si baja de peso y realiza actividad física, verá cómo mejora este malestar.
Reduzca un talle.
Los investigadores solían pensar que tener unos kilos de más podría reducir los
sofocos, debido a las hormonas presentes en la grasa corporal llamadas
andrógenos, que al convertirse en estrógeno, ayudaban a prevenir esta afección.
Pero estaban equivocados. En un estudio sobre mujeres de 47 a 59 años, se
descubrió que las que tenían los porcentajes más elevados de grasa corporal
tenían alrededor de 27 por ciento más de probabilidades de sufrir de sofocos
que aquellas con porcentajes más bajos. Póngase como objetivo un nivel de grasa
corporal inferior al 33 por ciento (pero superior al 5 por ciento). Existen
dispositivos para medir el porcentaje de grasa corporal; podría adquirirlo en
Internet o tiendas de electrodomésticos. Su médico también puede llevar a cabo
una prueba más precisa. En este estudio, el porcentaje promedio de grasa
corporal era del 37,9 por ciento.
Realice actividad
física. Aunque bajar de peso servirá para reducir su nivel general de grasa
corporal, el entrenamiento con pesas es la mejor opción para convertir la grasa
en músculo (y bajar un talle, aunque el peso siga siendo el mismo). Considere
la posibilidad de contratar un entrenador personal por algunas sesiones para
empezar.