Una buena nutrición está compuesta tanto por lo que se bebe como por lo se que come. Por eso, es fundamental prestarles atención a las bebidas.
Un
extraño hecho científico, que la mayoría de nosotros conoce, es que el cuerpo
humano es principalmente agua. A menudo, se exagera la proporción exacta; puede
haber oído alguna vez que las personas se componen de un 97% de agua. De hecho,
la cantidad de agua en el cuerpo varía durante toda la vida. Un bebé está
formado aproximadamente por un 90% de agua, pero esto se reduce a entre el 50 y
el 70% en los adultos. Un hombre que pesa 70 kg, tiene alrededor de 40 litros de
agua, por lo que la ingesta de líquidos es un elemento vital para la salud.
¿Qué conviene beber?
El
agua en sí es la bebida perfecta: calma la sed, es saludable y está libre de calorías.
Si no le agrada el sabor del agua sola, pruebe añadirle una rodaja de limón o
de naranja, o un poco de jugo de fruta.
El
jugo natural es la opción más saludable si desea una bebida dulce. Pero
contiene azúcar de la fruta (fructosa) y es bastante alto en calorías, por lo
que beber más de un vaso o dos al día puede provocar aumento de peso. El azúcar y los ácidos que contiene también
pueden ser perjudiciales para los dientes. Mediante una importante
investigación estadounidense llevada a cabo en mujeres de entre 30 y 55 años se
descubrió que el aumento del consumo de frutas y verduras enteras reduce el
riesgo de diabetes, mientras que beber jugo de fruta en realidad lo aumenta levemente.
La taza diaria
El
café, sobre todo si no está filtrado (como el café griego o turco, que se
coloca en la olla y se hierve), aumenta los niveles de colesterol, pero la
mayoría de los estudios no han encontrado un mayor riesgo asociado de padecer
enfermedades cardiovasculares. Y ahora parece que el café, de hecho, puede
proteger contra diabetes tipo 2, la enfermedad de Parkinson y enfermedades del
hígado, según los científicos de la Universidad Estatal de Oregón, en los EE.
UU.
El
té también tiene sus beneficios: en 2011, investigadores británicos que
revisaron los estudios publicados hasta entonces llegaron a la conclusión de
que tres o cuatro tazas de té al día reducen el riesgo de ataque al corazón. El
té verde es conocido por sus propiedades saludables, e incluso el té negro
contiene algunos antioxidantes. Los de hierbas contienen una amplia gama de
fitonutrientes con efectos protectores de la salud.
Existe
poca evidencia de que el contenido de cafeína del té, el café y el cacao sea
perjudicial; de hecho, investigaciones recientes sugieren que la cafeína en sí
misma es un antioxidante y puede proteger contra enfermedades del corazón y la
enfermedad de Alzheimer. Mediante un estudio llevado a cabo por el Instituto
Nacional para la Salud y la Investigación Médica, de Francia, se descubrió que
las mujeres de 65 años o mayores, que bebían más de tres tazas de café al día,
o su equivalente en té, mostraron menos deterioro de la memoria, en cuatro años,
que las mujeres que bebían una taza o menos. Los beneficios no se observaron en
los hombres, pero aumentaron con la edad en las mujeres: las mujeres de 65 años
de edad eran un 30% menos propensas a tener una disminución de la memoria si
bebían café; ese nivel de protección aumentaba a un asombroso 70% a los 80
años.
Bebidas gaseosas: ¿con o sin azúcar?
Las
bebidas gaseosas suelen estar asociadas con la obesidad y sus versiones
dietéticas no son necesariamente más saludables. Investigadores de los EE. UU.
hicieron un seguimiento de 474 personas de 65 a 74 años, durante diez años, y descubrieron
que los que optaron por las bebidas dietéticas aumentaron más de peso, y sus
cinturas se expandieron a un ritmo más rápido que aquellos que no lo hicieron. Las
personas que tomaron más de dos bebidas dietéticas por día tuvieron un aumento
seis veces mayor en la circunferencia de la cintura, al final del estudio, con
respecto a los que no bebieron ninguna. Un estudio estadounidense propone una
explicación para estos hallazgos. En dicho estudio, se utilizaron ratones, los
cuales fueron alimentados con comida mezclada con aspartamo, un edulcorante
común en las bebidas dietéticas. Al cabo de tres meses, los ratones exhibían un
aumento en el azúcar en sangre, pero mostraban una reducción en los niveles de insulina
(lo que sugiere cambios precoces vinculados con la diabetes).
El alcohol, ¿sí o no?
A
medida que envejecemos, el cuerpo no metaboliza el alcohol tan bien como antes.
Esto se debe a los cambios en la manera en que el cuerpo distribuye líquido y a
una reducción en las enzimas hepáticas. Por lo tanto, cuando bebe, los niveles
de alcohol en sangre pueden ser más altos que lo que serían en personas más jóvenes
que consumen la misma cantidad, y el alcohol puede permanecer en el sistema
durante más tiempo. Además, el hígado y el cerebro se vuelven más sensibles a
los efectos tóxicos a medida que envejecemos y las interacciones entre el
alcohol y los medicamentos se tornan más comunes.
Pero
eso no quiere decir que no se pueda disfrutar de una bebida alcohólica.
Mediante diversos estudios, se ha descubierto que el consumo moderado es
beneficioso. Una encuesta realizada en los EE. UU., que involucró a 1824 personas
de 55 a 65 años demostró, en principio, que los bebedores moderados tenían una
tasa de mortalidad inferior, después de 20 años, a la de los grandes bebedores
o los abstemios. Para mantener el consumo moderado de alcohol:
•
Alterne las bebidas alcohólicas con refrescos.
•
Aléjese de las nueces saladas y de las papas
fritas.
•
Mantenga uno o dos días a la semana libres de
alcohol.
•
Respete los límites diarios recomendados: 3 a
4 unidades para los hombres, de 2 a 3 unidades para las mujeres. Una unidad es
media pinta de cerveza y un vaso de tamaño mediano (175 ml) de vino es
equivalente a 2 unidades.
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Faltó referenciar al agua mineral y el agua de mesa mineralizada; también si debemos beber antes, durante o mejor después de las comidas.