Con frecuencia, las compulsiones consisten en respuestas irracionales o excesivas a estos pensamientos. Sepa cómo superar pensamientos no deseados.
En algún momento
de la vida, cerca del 1,6 por ciento de la gente lidia con el trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC). En su estado más grave, esta enfermedad mental puede
tener consecuencias devastadoras para las capacidades funcionales, las
relaciones y la calidad de vida de quienes la padecen. Por desgracia, muchos
casos pasan inadvertidos y no se tratan.
En pocas
palabras, alguien con TOC se enfrenta a pensamientos no deseados, fuentes de
ansiedad (obsesiones), que a menudo intenta suprimir o neutralizar mediante
acciones repetitivas (compulsiones). Es posible que se diagnostique con base en
una u otra manía, pero suelen ir de la mano. Para considerarlas enfermedad,
deben hacer perder tiempo y provocar angustia o ser perjudiciales.
Las obsesiones varían
Una persona podría temer dejar la estufa encendida por accidente; otra,
preocuparse por la limpieza de su entorno, y otra, enfrentarse a ideas fijas de
sufrir lesiones. Con frecuencia, las compulsiones consisten en respuestas
irracionales o excesivas a estos pensamientos. Por ejemplo, repetir esta rutina
tres veces: salir de casa, volver a entrar y revisar la estufa antes de por fin
marcharse y empezar su día.
Estos impulsos
brindan un alivio temporal a las ansiedades subyacentes. La terapia cognitiva
conductual (TCC), en cambio, trata el problema de raíz. Esta terapia permite
interpretar los pensamientos impertinentes de otra forma y cambiar la reacción
ante estos. Muchos terapeutas no tienen capacitación ni experiencia con el TOC.
Es imperativo que la tengan.
La TCC para el
TOC incluye exponerse gradualmente —en la vida real o en su imaginación— a las
situaciones que obsesionan. El objetivo es aclimatarse a estas y experimentar de
primera mano que la ansiedad asociada se esfuma, incluso cuando no se lleva a
cabo la compulsión.
La exposición y
la prevención de la respuesta, como se llama a esta fase de la terapia, no
siempre es fácil: el 20 por ciento de los pacientes deserta antes de tiempo.
Sin embargo,
muchos de los que perseveran logran un sosiego notable. “Recibir apoyo
adicional puede ayudarlo a seguir progresando”, dice Olivia Bamber, vocero de
OCD Action, una organización sin fines de lucro del Reino Unido, que ofrece una
línea telefónica de ayuda y grupos de apoyo. “Escuchar testimonios de personas
que han superado el trastorno tal vez resulte alentador”.
Los medicamentos
también pueden hacer la diferencia: hasta 60 por ciento de los síntomas
experimentados por los pacientes remiten cuando toman inhibidores selectivos de
la recaptación de serotonina (ISRS).
Cada ISRS es
diferente, así que vale la pena probar varios a fin de averiguar si el régimen
le funciona. Como con cualquier fármaco, los beneficios deben sopesarse contra
los efectos adversos que sobrevengan.
Si bien los
investigadores están probando posibles tratamientos de segunda línea, como la
estimulación cerebral profunda, aún no hay suficiente evidencia que asegure que
sean adecuados para el TOC.
Por el momento,
si la TCC (con o sin medicación) no ha mejorado su caso tanto como quisiera,
considere recurrir a otro terapeuta. “Quizá le frustre escuchar esto”, aventura
Bamber. “Pero es común y normal recibir múltiples tratamientos terapéuticos”.
Hay muchas
razones por las que la TCC podría fracasar la primera vez, desde no congeniar
con quien la administra hasta la falta de conocimientos específicos sobre el
cuadro y de técnicas para tratarlo por parte del profesional. No pierda la
esperanza: domar al TOC de manera que no interfiera con su vida diaria es una
meta más que asequible.