¿Sabía que detrás
de cada pequeño movimiento que realizamos se esconde una serie de órdenes,
engranajes y acciones innumerables? Aquí, los especialistas nos explican cómo
se mueve el cuerpo.
El sistema
nervioso es una compleja red que organiza la circulación de impulsos
nerviosos, controla nuestras sensaciones y nuestros movimientos, regula
nuestras emociones y nuestro intelecto. En el aspecto anatómico, se compone
de dos entidades complementarias: el sistema nervioso central y el sistema
nervioso periférico.
El sistema nervioso central
El sistema
nervioso central está compuesto por el encéfalo y la médula espinal;
ésta última tiene el aspecto de un cordón de 45 cm de longitud, protegida por
la columna vertebral y unida al cerebro mediante el bulbo raquídeo. Está
compuesto, en especial, por una sustancia gris formada por el cuerpo celular
de sus neuronas, lo cual permite que circule el impulso nervioso desde el cerebro
hasta el resto del cuerpo y recíprocamente. La función del sistema nervioso central
consiste en descifrar e integrar las informaciones dadas por nuestros órganos sensoriales
y nuestros receptores internos, para luego proporcionar una respuesta adaptada.
El sistema nervioso periférico
Formado por el
conjunto de nervios haces de axones envueltos en tejido conjuntivo, unidos al
sistema nervioso central, que inervan el conjunto del cuerpo. Existen dos clases
de nervios periféricos: los nervios craneanos, procedentes del tronco
cerebral y los nervios raquídeos, originarios de la médula espinal. De acuerdo
con las informaciones que transmiten, los nervios pueden ser sensoriales
cuando llevan mensajes nerviosos que provienen de los órganos sensoriales hacia
el sistema nervioso central, y motores cuando conectan este último a los
músculos. Incluso, algunos nervios pueden ser mixtos cuando cumplen las
dos misiones a la vez. El nervio ciático, por ejemplo, el más largo de todos,
tiene una función motriz cuando permite que se pliegue la rodilla y una función
sensorial que da sensibilidad al miembro inferior. Cuando se secciona provoca
la parálisis de la pierna y la pérdida de sensaciones. Una reparación quirúrgica
que reconstruya la continuidad del tejido conjuntivo, incluso un trasplante de
un nervio poco solicitado para restablecer el paso del impulso nervioso, puede subsanar
esta situación.
La magia del movimiento
Las áreas
motrices aseguran la preparación de un movimiento voluntario. A partir
de informaciones suministradas por el córtex parietal (posición del cuerpo,
ubicación del objeto pretendido) y de un programa motor ya conocido
(levantarse, saltar, correr, tomar el objeto), estas áreas elaboran un programa
específicamente adaptado para cumplir ese movimiento. Este programa que
identifica los músculos que deben intervenir, así como la potencia y la
velocidad de la contracción, se transmite enseguida por medio del córtex
motor y de la médula espinal ara que ejecuten las órdenes adecuadas.
Teniendo en cuenta las informaciones que se le envían, el cerebelo, que
actúa como depositario de las secuencias de movimientos ya adquiridos, va a controlar
la buena ejecución del programa motor para que sea la apropiada con la posición
del cuerpo y evitar la pérdida del equilibrio.
Más rápido que la luz
Nuestros ojos,
nuestros oídos, nuestra piel, nuestras papilas gustativas y nuestra mucosa
nasal transforman las informaciones mecánicas, térmicas, electromagnéticas o
química en una señal eléctrica, que se dirigirá a las áreas sensitivas
primarias correspondientes a cada canal sensorial. Se alcanza este mensaje bajo
la forma de un «diagrama de dispersión» (o nube de puntos, donde corresponde un
punto por cada axón), para ser convertido en tiempo real en una sensación de
sonido, luz, color o temperatura. Este conjunto de sensaciones elementales es inmediatamente,
tratado, seleccionado e interpretado en las áreas asociativas para conseguir
una imagen mental global.
Miles de millones
de neuronas del córtex prefrontal son capaces de integrar las
informaciones que implican varios sentidos, de características agradables o desagradables,
así como las palabras unidas a estas informaciones. El resultado de su
actividad logra una representación organizada y coherente de nuestro medio. En
este contexto estrictamente sensorial, las operaciones que permiten identificar
un objeto y decidir el movimiento que se efectuará para asirlo llevan alrededor
de 130milésimas de segundo. A continuación, se necesitan otras 100milésimas de segundo
para ejecutar el movimiento.