¿Recuerda las ecuaciones que aprendió en la escuela? ¿Todavía
puede recitar un poema de arriba abajo? ¿Se acuerda de lo que desayunó el
último martes? Hay algunas piezas de información que parecen escurrirse,
mientras que otras se fijan al cerebro con claridad y con poco esfuerzo.
Seguramente
recuerda la letra del tema musical de su programa favorito de televisión en su
infancia, la hora exacta en que nacieron sus hijos, el nombre de su maestra
preferida y el precio que pagó por su primera casa. No importa cuánto lo
intentemos, nunca controlamos por completo nuestros recuerdos. Pero los
neurólogos están aprendiendo cada vez más qué ocurre con exactitud en el cerebro
que nos permite procesar y registrar nuestras experiencias; y por qué algunas
ideas, hechos e imágenes se quedan con nosotros, mientras que otros se disuelven
en la bruma.
Memoria: a la larga y a la corta
En
nuestro cerebro, hay cierta información que se captura y se libera sin que lo
sepamos. Otras clases de información se quedan por poco tiempo, el suficiente
para que el conocimiento se use y se olvide; o, si nos comprometemos a
aprenderlo, se transfiera al depósito de largo plazo.
Viene y se va: de manera imperceptible
La
memoria comienza con la experiencia, y nos empapamos en un mar de experiencia
cada segundo de cada día. Es imposible escapar de ella. Si cierra los ojos, eso
no le impide oír. Aunque se tape los oídos, puede degustar. Si cierra la boca,
podrá oler. Aunque se apriete la nariz, podrá tocar. Registrar estas
experiencias sensoriales es natural y automático; ni siquiera requiere su atención.
Deje de leer por un momento y eche un vistazo a la habitación. Sin ningún
esfuerzo consciente de su parte, su cerebro está registrando todo lo que se
halla al alcance de la vista. El primer nivel de memoria se denomina “memoria
sensorial”. Entonces, ¿adónde va toda esa información sensorial? Se disipa
bastante rápido. Si mira por la ventana y ve a un pájaro posarse en la rama de
un árbol y luego irse volando otra vez, dentro de solo sesenta segundos no
podrá señalar cuál era la rama donde aterrizó el pájaro. Lo vio, su cerebro
registró la información, pero la memoria sensorial (la imagen visual del pájaro
en el árbol) se esfumó. Aunque uno no pueda notar la memoria sensorial, esta
resulta esencial para la navegación, y ni qué hablar para la seguridad. (Por
ejemplo, el terrible estruendo de un choque significa peligro). La única forma
de retener estos recuerdos fugaces por más tiempo es prestar atención
consciente a las percepciones sensoriales. En el ejemplo del pájaro, si uno
hubiera sabido de antemano que le preguntarían en qué rama había aterrizado,
habría prestado más atención, se habría concentrado en ese dato y lo habría
llevado al siguiente nivel de memoria: la memoria de trabajo.
Almacenamiento temporario
La
memoria de trabajo, o memoria de corto plazo, requiere prestar un poco de
atención, a diferencia de la memoria sensorial. Mientras lee este párrafo, está
usando la memoria de corto plazo para recordar lo esencial de las oraciones que
leyó antes, de modo que lo que está leyendo ahora tenga sentido. Haciendo honor
a su nombre, la memoria de corto plazo dura unos segundos o minutos. Piense en
todas las veces que buscó un número de teléfono, se distrajo un momento antes
de realizar la llamada y tuvo que volver a buscar el número. El tiempo de almacenamiento
de la memoria de trabajo es corto y además su espacio es pequeño. ¿Es verdad o
es una excusa? Todos conocemos montones de excusas para el olvido. Cuando
decimos: “Lo lamento, olvidé tu cumpleaños porque (ingrese la razón aquí)”,
¿solo estamos inventando una excusa falsa? A continuación, presentamos un
rápido examen de la validez de las excusas más comunes:
EXCUSA:
“Estoy
muy estresado”
VALIDEZ:
Sí
MOTIVO:
El
estrés crónico es como veneno para el cerebro. Aumenta la producción de un esteroide
natural llamado “cortisol”, que daña el hipocampo —el centro de la
memoria del cerebro—. Los estudios muestran que un estilo de vida con un nivel
alto de estrés aumenta incluso el riesgo de padecer Alzheimer.
EXCUSA: “Estoy
embarazada”
VALIDEZ: Sí
MOTIVO: El embarazo
conlleva varios cambios en el cuerpo que pueden afectar la claridad mental,
como cambios hormonales y de fluidos que pueden provocar dolor de cabeza,
aumento de cortisol y falta de sueño durante los últimos meses.
EXCUSA: “Estoy
atravesando la menopausia”
VALIDEZ: No
MOTIVO: Con las
disculpas del caso a las mujeres que se sienten bombardeadas por la menopausia,
la disminución de estrógenos que marca la menopausia no causa demasiados
cambios —o ninguno—en la memoria o la función cognitiva. (Si no consigue dormir
lo suficiente, eso ya es otra historia).
EXCUSA: “Estoy a dieta”
VALIDEZ: Sí
MOTIVO: Las personas que
deciden perder peso rápidamente suelen someterse a un estado parecido a la
inanición. La memoria y el pensamiento sufren, ya que el cerebro es privado de
la glucosa necesaria (azúcar en sangre). Las dietas bajas en carbohidratos
pueden provocar cansancio, mareos y dolor de cabeza.
EXCUSA: “Estoy
recibiendo quimioterapia”
MOTIVO: Sí
VALIDEZ: En pacientes
que reciben quimioterapia es tan común el pensamiento poco claro que incluso
hay un término para esto: “quimiocerebro”. Los medicamentos pueden actuar como
un golpe en la sien que sacude al cerebro. Pero los efectos secundarios de la
quimioterapia —anemia, fatiga, insomnio— y la preocupación pueden dificultar la
concentración. Una causa, que a menudo se pasa por alto, es una nutrición
deficiente, ya que los pacientes suelen perder el apetito.
Por ejemplo, cuando los
científicos toman pruebas de la memoria de trabajo numérica, descubren que solo
podemos retener alrededor de siete dígitos a la vez; no es casual que esta sea
la misma cantidad de los números telefónicos. Por cierto, algunas personas
pueden recordar ocho o nueve, pero recordar más que esa cantidad requiere el
conocimiento y el uso de estrategias específicas de memoria. Con solo una
pequeña capacidad y un tiempo de almacenamiento breve, ¿cuál es el punto? En
realidad, la memoria de corto plazo cumple una función vital en nuestra vida
cotidiana. Esa poca información temporal nos permite concertar citas con los
médicos, tomar decisiones de todos los días e incluso mantener una
conversación. Piense en esto: uno tiene que recordar lo que alguien dijo hace
cinco segundos para poder responder, aunque no necesita recordarlo por siempre.
Esa es información que usa y olvida… por suerte. Por supuesto, sería bueno que
algunos detalles no desaparecieran antes de que podamos hacer uso de ellos.
Cuando las personas dicen que sienten como si estuviesen perdiendo la memoria,
a menudo se refieren a la memoria de corto plazo. ¿Se olvida de dónde deja las
llaves o pierde el hilo de la conversación? Culpe a su memoria de trabajo por
esos pequeños tropiezos cerebrales. Y sí, la memoria de trabajo tiende a
debilitarse con la edad. De hecho, todos esos “momentos de persona mayor” pueden
estar relacionados con el deterioro de la memoria de trabajo. Pero, como en
breve va a descubrir, cuanta más atención preste en un primer momento, mejor se
fijará la información.