La memoria espacial, que regula la orientación, es un
elemento clave para poder orientarse en el espacio.
Nadie piensa en el camino que hace cuando va a comprar el
pan, pues el cerebro es capaz de memorizar las relaciones espaciales
entre diferentes puntos de referencia. Almacenamos así una representación muy
detallada de las calles que tomamos todos los días. Y, en una escala más
amplia, somos capaces de reconstruir las posiciones de los principales
monumentos de nuestra ciudad o el camino que lleva a nuestro lugar de
vacaciones habitual. A fin de cuentas, la memoria espacial nos hace ganar un
tiempo considerable y constituye una prueba de nuestra adaptación al
entorno.
Dominio del espacio
Para orientarse en un ambiente sin referencias como un
bosque o un laberinto, es necesario tener la capacidad de elaborar un mapa
mental del espacio, que va a ajustarse en tiempo real según los
desplazamientos efectuados. Hoy diríamos que es necesario tener ¡un GPS en la
cabeza! memoria de los movimientos («Ahí doblé a la izquierda, luego seguí
derecho».). En general, asociamos el recuerdo del trayecto recorrido con hechos,
con encuentros («Aquí vi un gato») y con puntos de referencia. Así,
esa «memoria de ruta» es, principalmente, una memoria kinestésica, es decir,
relativa a los movimientos, sostenida por la memoria visual y la memoria
episódica, que almacena la sucesión de episodios vividos.
¿Tiene los mapas correctos en el cerebro?
Ciertas personas desarrollan una estrategia llamada «memoria
cartográfica». Registran la configuración global de los lugares y trazan
una especie de mapa de éstos, que recorren mentalmente para escoger un
itinerario que puede ser diferente del trayecto de origen. Esa memoria
cartográfica se apoya, por lo tanto, en las posiciones relativas de los
diferentes puntos de referencia sin tener en cuenta la posición del observador.
Esta estrategia se llama alocentrada. A la inversa, la «memoria de ruta», que
se basa en una representación del espacio centrada en el observador, se llama
egocentrada. Trabajos de neurofisiología demostraron que numerosas
estructuras del cerebro, situadas esencialmente en el hemisferio derecho,
estaban implicadas en esos dos tipos de memoria. Algunas de ellas son
comunes, pero otras son totalmente diferentes. Las imágenes cerebrales indican,
en efecto, que la memoria de ruta activa redes neuronales del lóbulo
parietal y del lóbulo frontal, en cambio la memoria cartográfica mueve
las del hipocampo derecho. Además, se constata que las lesiones de esta
zona cerebral generan mayores déficits en la memoria espacial, en tanto
que las del córtex parietal derecho pueden estar en el origen del curioso
síndrome de negligencia espacial (heminegligencia). Este trastorno lleva a
ignorar elementos situados del lado izquierdo del cuerpo. Aquellos que se ven
afectados por él, sólo se van a afeitar del lado derecho y van a comer únicamente
la mitad de su plato.
La memoria espacial de los choferes de taxi
Cuando uno no tiene sentido de la orientación, ¡desplazarse
en una gran ciudad puede volverse una pesadilla! Un problema que parece no
afectar a los choferes de taxi que disponen, aparentemente, de una especie de cartografía
mental tan eficaz como un GPS. Un estudio publicado en 2000 por un equipo
de neurólogos del University College de Londres, mostró mediante una resonancia
magnética que la parte posterior del hipocampo de los choferes de taxi
londinenses se engrosaba a medida que aumentaba su experiencia. Este
descubrimiento parece indicar que esos profesionales del transporte almacenan
en esa parte del cerebro su conocimiento de las aproximadamente 250.000 calles
de la ciudad. ¿Cómo activan esa habilidad? Para saberlo, los investigadores les
entregaron un juego de consola cuyo cuadro es una réplica virtual de la ciudad
londinense. Descubrieron, de este modo, que la actividad del hipocampo es
particularmente elevada en el momento en que los choferes planifican su
itinerario, mientras que otras zonas cerebrales toman la posta en los cruces
cercanos a los puntos de interés, pero también cuando miran a su alrededor o
cuando tratan de anticipar el comportamiento de los otros conductores.