Es probable que no
recuerde ciertas fechas con exactitud. Pero si le preguntan qué estaba haciendo
un día que lo marcó especialmente, no le costará saberlo. ¿Quiere saber a qué
se debe ese fenómeno?
Muchas veces, nuestra
rutina diaria se quiebra por el impacto de un acontecimiento tan sorprendente,
tan monumental, tan emotivo que recordamos cada detalle de dónde estábamos y
qué estábamos haciendo cuando oímos las noticias.
¿Recuerda con exactitud
dónde estaba en el momento en que escuchó sobre los ataques del 11 de
septiembre en el World Trade Center de Nueva York, sobre el asesinato de John
F. Kennedy cuando era presidente de los Estados Unidos, o sobre la muerte de la
princesa Diana? Incluso, años más tarde, muchos de nosotros tenemos recuerdos
tan vívidos que, al recordar aquellos días trágicos, podemos sentir como si
estuviésemos mirando fotografías bien conservadas. Lo mismo puede ocurrir, en
gran medida, con los acontecimientos personales, como ver un terrible accidente
automovilístico, ser mordido por un perro feroz o presenciar el horror de un
ataque terrorista. Los psicólogos llaman “recuerdos fotográficos” a estas
intensas impresiones.
Como su nombre lo
indica, la memoria fotográfica es la manera en que el cerebro toma una “imagen”
mental de un acontecimiento emocional significativo. Puesto que estos recuerdos
son tan vívidos, accesibles y duraderos, se convierten en puntos de referencia
cognitivos que nos permiten ubicar otros acontecimientos menos dramáticos en un
contexto anterior o posterior. Por ejemplo, puede que no recuerde el año en que
se casó su primo favorito, pero es probable que se acuerde de si fue antes o
después de lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001. Cuanto más cercano es el
nervio tocado por el acontecimiento, con más profundidad queda grabado en la
memoria. Investigadores de la Universidad de Nueva York entrevistaron a
veinticuatro personas que estaban en Manhattan en el momento en que cayeron las
Torres Gemelas y observaron que la actividad del cerebro se iluminaba en los
encefalogramas cuando los individuos evaluados recordaban las experiencias de
aquel día. Algunos de los participantes estaban a unas calles de las Torres;
otros, a tres kilómetros, e incluso otros, a más de seis. Todos ellos tenían
intensos recuerdos de aquel día. Pero las imágenes más intensas, que indicaban
los tipos de recuerdos más profundos y lacerantes, solo sobresalían en aquellos
que habían estado en las Torres o cerca de allí. Este grupo recordaba el suceso
más vívidamente, incluso con detalles específicos sobre sonidos y olores, en comparación
con la gente que estaba a unos kilómetros de distancia.
Al formar estos recuerdos fotográficos, el hipocampo (que cumple una importante función en la memoria de largo plazo) recibe ayuda de su vecina inmediata, la amígdala, que entra en acción cuando es activada por las hormonas del estrés, como la adrenalina, para procesar rápidamente el recuerdo. “La liberación de hormonas del estrés estimula a la amígdala a enviar un mensaje: ‘¡Oye, cerebro! Esto es realmente importante; ¡es mejor que lo recuerdes!’”, dice el doctor James L. McGaugh, profesor de Neurobiología y Comportamiento en la Universidad de California en Irvine. Las ratas de laboratorio del doctor McGaugh recordaban cómo atravesar mejor un laberinto cuando se les daba una dosis de adrenalina mientras aprendían el camino.
Pero en lugar de inyectarse uno mismo con adrenalina, ¿hay algo que se pueda hacer para estimular la liberación de las hormonas del estrés y que esto ayude a recordar algo? Sí. En un estudio, los sujetos sometidos a la prueba mejoraron su retención de información al sumergir las manos en agua helada. Otro estudio halló resultados comparables, cuando los sujetos apretaban un dinamómetro de mano, aparato que suele usarse para medir la fuerza de agarre. McGaugh agrega que hacer una rápida caminata o practicar gimnasia son actividades que también deberían funcionar.
Recordar por encargo
Una vez que se
establecen las nuevas pistas de un recuerdo y se refuerzan mediante la
concentración y la repetición, todavía necesitará una manera de recuperarlos.
Si la memoria es un camino en el bosque, la recuperación es encontrar el camino
correcto. Pero piense en esto: hay cientos de miles de millones de caminos
diferentes. La mayoría de las personas se preocupan cuando no pueden localizar
un recuerdo específico, pero dada la enorme multitud de caminos en nuestra
mente, el verdadero misterio es cómo logramos recordar siquiera algo. Se trata
de una cuestión de volver sobre los pasos. “El recuerdo es literalmente un
recuerdo”, dice el doctor McGaugh. Pero el camino hasta la información que uno
desea no es una línea recta. Cuando le cuesta recordar el nombre de un actor
que le encanta, el primer nombre que le viene a la mente podría ser el de su
película más famosa, que lo guiaría al nombre de su coestrella, lo que puede
hacerle recordar que el actor tiene un hijo famoso, lo cual, por fin, activa el
recuerdo del nombre. En el cerebro, ese circuito lleno de rodeos estaría
completo en una fracción de segundo.
Por qué la memoria es falible
Hay un dicho que afirma
lo siguiente: “Hay tres lados de la historia: el tuyo, el mío y la verdad”. Más
allá de que nos gustaría pensar que nuestros recuerdos son “fotografías”
exactas de sucesos, se parecen más bien a las pinturas impresionistas. Le
explicamos por qué. Percepción. Todos recordamos los sucesos de forma diferente
porque, en primer lugar, los percibimos de manera diferente. ¿En la última
reunión familiar usted estaba terriblemente resfriado? Entonces, tal vez
recuerde que el sabor de la comida era bastante soso, mientras que su hermana
podría recordar que fue la mejor cena. ¿Estaba sentado a la cabecera de la mesa
o en uno de sus lados? Su ubicación afecta las conversaciones que escuchó. Su
memoria sensorial es única y no puede ser replicada por nadie; además, influye
con fuerza en su versión de la realidad.
Interpretación. Si su tío diera un apasionado y
extenso discurso político, la manera en que usted lo recordará dependerá de si
coincide o no con su punto de vista. Si no coincidiera, usted tal vez, dejaría
de prestar atención o haría algo para tratar de contener su propia
argumentación en contra. Si su prima hiciera una observación sobre una nueva
exposición en el museo, es más probable que usted la recuerde si cree que su
prima es una persona muy inteligente que sabe de lo que está hablando. Sus
emociones, experiencias y recuerdos harán que interprete acontecimientos a su
propia y única manera.
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Muy buena nota