Es muy importante distinguir estos dos términos, ya que uno
nos abre las puertas al bienestar, mientras que el otro nos bloquea.
Gestionar nuestras emociones es avanzar hacia poder
trabajar muchos aspectos de nuestra personalidad. Entre esos, la voluntad,
el autocontrol, que no son lo mismo que restringir, sino más bien significan la
capacidad de posponer una recompensa por un resultado que nos entregará, más
adelante, bienestar, salud física y mental. A las emociones hay que darlesel nombre correcto, exteriorizarlas, hablarlas, escribirlas si es preciso, y
encontrar el verdadero sentido detrás de esa emoción, es decir el valor
personal de cada uno. El desarrollo de estas habilidades es importante
porque nos permiten estar equipados para la vida. Las emociones, bien
identificadas, nos dan cuenta de sus matices, las tonalidades de lo que
sentimos nos ayudan a manejar esas dificultades, así como disfrutar hasta
los detalles más pequeños de la vida. Sin duda, las emociones impactan en
nuestro cuerpo. Hay síntomas físicos directamente asociados a ellas; y para
una solución desde la naturaleza existe Ignatia amara, que ayuda a
estabilizar esos cambios de ánimo, cooperando en ese reconocimiento más
profundo de lo que nos sucede. Ignatia a. está indicada para prevenir y
tratar esos trastornos de origen emocional; ayudando en el tratamiento de
trastornos nerviosos y cambios anímicos, apatía, depresión. Permite equilibrar
de manera integral gran cantidad emociones que alteran nuestro organismo. Y
colabora en la regulación de los síntomas físicos de las emociones como
tartamudeo, sudor de manos, tics nerviosos, llanto y gritos. Siempre en pos
de lograr el equilibrio dinámico que es la base de una buena vida.