Sentir miedo
es normal. Pero ese sentimiento puede volverse una patología. ¿Cómo identificar
esa delgada línea?
El miedo es una emoción natural y sana que nos permite estar en alerta y reaccionar al peligro por medio de la huida o el combate. Sin embargo, puede tomar proporciones más o menos importantes según lo vivido y la personalidad de cada uno.
¿Quiere saber cómo identificarlo?
Las fobias
Las fobias afectan aproximadamente a una persona de cada
diez. Según los casos, las arañas, los aviones o los ascensores provocan al
instante todos los síntomas característicos del miedo: aceleración del ritmo
cardíaco, contracción de los músculos, sudoración, hiperventilación, sensación
de sofoco... Visible en el rostro, la emoción parece invadir todo el
pensamiento y las referencias afectivas de la persona fóbica sin que esta pueda
controlarla.
La fobia activa un circuito cerebral particular llamado «circuito
bajo del miedo», por oposición al «circuito elevado». Esos circuitos son dos trayectos
que el miedo es capaz de emprender para penetrar el psiquismo. El circuito
elevado parte del ojo en el momento en que un individuo fóbico ve una araña
para llegar a una estación de relevo nerviosa, el tálamo, y luego alcanzar las
áreas cerebrales visuales, donde la imagen es percibida conscientemente y
analizada. A continuación, la información se encamina hacia la amígdala, que
orquesta el conjunto de las reacciones corporales ligadas al miedo, la
contracción de los músculos y la liberación de hormonas como el cortisol. En
ese circuito «elevado», el miedo se acompaña de un análisis consciente del
peligro. Pero en el circuito «bajo», el trayecto de la información es más rápido
y más simple. La imagen es captada por el ojo, luego encaminada al tálamo de
donde es enviada de manera directa a la amígdala sin pasar por las áreas
visuales del cerebro que analizan de modo consciente la naturaleza del peligro.
En otras palabras, la reacción es a la vez rápida, automática e incontrolable.
La fobia se arraiga, generalmente, en la infancia. Cuando un
niño tiene miedo de una araña, su vía baja se activa de manera refleja, pero
las palabras de sus padres y la capacidad del niño de verbalizarlo que siente
hacen que enseguida intervenga la vía elevada. Ésta permite adaptar el
comportamiento a las situaciones, razonar para no sentirse en peligro frente a
una araña. Una fobia puede desarrollarse si este aprendizaje no tiene lugar o si
un traumatismo ha intensificado las conexiones nerviosas de la vía baja.
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
Un miedo que se instala en forma duradera se convierte en
ansiedad. En algunas personas, ésta toma la forma de temores obsesivos, por
ejemplo, de la suciedad o de la enfermedad que la gente trata de dominar por
medio de conductas ritualizadas, como lavarse las manos decenas de veces al día
para evitar una contaminación.
Las conexiones nerviosas funcionarían «en bucle» (a
repetición) en el caso de TOC, reactivando sin cesar las mismas ideas fijas.
Las obsesiones circularían en el seno de un circuito cerrado que comprende tres
estaciones de relevo nerviosas: la corteza orbitofrontal (en la parte delantera
del cerebro), el tálamo (en el centro) y el cuerpo estriado (alrededor del
tálamo). Ese trastorno podría tener, al menos, dos causas: una falla de la
primera de estas estaciones, una de cuyas funciones es adaptar el
comportamiento a los cambios del medio ambiente, y un exceso de glutamato en elcerebro. Esta molécula excitadora que estimula las neuronas provocaría una
hiperactividad de los circuitos en bucle, manteniendo las ideas obsesivas. En
ciertos casos, el exceso de glutamato podría ser favorecido por el campo
genético.
¿Cómo tratarlos?
El tratamiento de las fobias y de los TOC asocia
medicamentos y una psicoterapia llamada de comportamiento. Por otra parte, está
en evaluación una técnica de intervención quirúrgica en el tratamiento de
ciertas formas rebeldes y severas de TOC.
Los diferentes métodos de psicoterapia de comportamiento se
basan en el principio de exposición regular y progresiva del sujeto a sus
fobias y a sus obsesiones. El paciente describe sus trastornos y sus
pensamientos y se somete, eventualmente, a ciertos ejercicios hasta que su
estado se apacigüe.