Nuestros aliados para oxigenar el aire que respiramos
merecen que los cuidemos con esmero.
Protección de papel para árboles recién sembrados
Si sembró algunos árboles que se ven débiles, envuelva
los troncos en papel periódico para protegerlos contra los elementos.
Asegure el periódico con hilo dental o cuerda amarrados con doble nudo.
¿Ama o detesta los líquenes?
Los líquenes son los organismos vistosos, parecidos al musgo
o al moho, que crecen en las piedras, los muros de ladrillo y los troncos. A
muchos jardineros les encanta el aspecto natural que brindan a los árboles,
pero si usted no es uno de ellos, ésta es una forma sencilla de hacerlos
desaparecer: sáquelos con un cepillo humedecido en una solución de 2
cucharadas de cloro y 1 litro de agua, cuidando que el líquido no entre en
contacto con las plantas.
Jabón para el serrucho de poda
Antes de podar las ramas de los árboles o arbustos con un
serrucho de jardín, unte la navaja con jabón, antibacterial. De esta forma,
la navaja se deslizará mejor y reducirá la población de bacterias nocivas para
la planta.
Alimente las rosas con banana
La mayoría de los jardineros saben que la cáscara de banana es un excelente fertilizante para los tomates, pimientos y sus parientes
solanáceas.
Una manga caliente para los injertos
Las denominadas “rosas estándar” o “híbridos de té”,
caracterizadas por sus grandes dimensiones, son en realidad rosales comunes
injertados en largos troncos de rizomas. Para proteger el injerto durante el
invierno, corte la manga de una remera o un suéter viejo. Pode al final del
otoño la parte superior del arbusto, hasta que se pueda deslizar la manga
por las ramas y alrededor del injerto previamente marcado. Llene la manga con
hojas secas, turba en polvo o paja y envuélvala en una bolsa de plástico para
protegerla de la nieve y el hielo. Cuando la retire, en primavera, su rosal
crecerá con mayor vigor.