¿Cuál es el camino para ser personas felices? ¿Cuál es el camino para ser personas felices?

¿La felicidad es una cuestión de genes o puede desarrollarse? Siga leyendo para aprender a contagiar la alegría.

La felicidad es lo que nos ocurre de bueno, trátese de sucesos concretos o de la percepción de instantes felices, portadores de sentido y de significado.

¿Se puede elegir ser feliz?

La felicidad es una aptitud de la cual los seres están dotados de manera desigual. Esta predisposición o capacidad para ser feliz se reconoce en las personas que conservan la sonrisa en cualquier circunstancia, mientras que otras ponen mala cara o acumulan frustraciones y quejas por motivos con frecuencia menores. Esta naturaleza feliz parece basarse en ciertos rasgos de carácter, potencialmente ligados al campo genético. Algunos estudios revelaron que los gemelos sienten, por lo general, grados muy similares de felicidad, incluso si son educados en forma separada. Como poseen el mismo patrimonio genético, parecen gozar también de la misma aptitud para la felicidad. ¿En qué medida las diferencias de bienestar subjetivo entre individuos son imputables a los genes? Lo que los psicólogos constatan es que las personas más felices presentan un perfil psicológico particular: son más bien extrovertidas, estables emocionalmente, amables en el ámbito social y concienzudas. Esos rasgos de carácter, con excepción del último, se asociarían en parte a dos factores biológicos, sobre todo al funcionamiento de dos neurotransmisores: la dopamina y la serotonina. La existencia de una predisposición a la felicidad parece plausible cuando se observan los dos extremos que representan las personas deprimidas inconsolables y los superdotados de felicidad. Entre los dos, cada individuo puede reflexionar sobre el sentido de su existencia y decidir, si no ser feliz al menos no atribuir una importancia desmesurada a aquello que no la tiene.

La satisfacción con la propia vida

La primera lección de los estudios de psicología consagrados a la felicidad revela que sale rara vez al encuentro si se la concibe como el cumplimiento de objetivos predefinidos. Basándose en estadísticas, un psicólogo de la Universidad de Carolina del Sur concluyó que ni el sueño de un amor intenso ni el de un triunfo profesional fácil abrían las puertas al sentimiento o al estado de felicidad. Además, parece que la persecución de esos objetivos suscita una expectativa importante a la que la realidad por fuerza decepciona, o bien desemboca en la fijación de objetivos superiores a los precedentes. Si su realización provoca un bienestar intenso emparentado con el placer, este se esfuma muy rápido al punto que el grado de bienestar subjetivo vuelve a su nivel anterior. Un estudio referido a los ganadores de la lotería lo demostró: luego de un momento de exaltación, la mayoría de ellos regresan a un nivel de felicidad interior idéntico al que sentían antes de ganar.

Un sentimiento contagioso

La felicidad obedece a cierta lógica de contagio, como lo ilustró una amplia investigación de la Universidad de California llevado a cabo con 4739 personas. Gracias a estos cuestionarios, los psicólogos constataron, con el correr de los años, que las personas rodeadas de individuos felices se volvían a su vez más felices, e inversamente en el caso de las personas rodeadas de individuos felices se volvían a su vez más felices, e inversamente en el caso de las personas rodeadas de individuos sombríos. Esas cifras dan la razón al filósofo Alain, célebre por sus palabras sobre la felicidad: «Lo que mejor podemos hacer por aquellos que nos aman sigue siendo ser felices».

Saber vivir en el presente

¿Cómo encontrar la felicidad al alcance de la mano? La clave parece estar en la concentración. Según algunos psicólogos estadounidenses, las personas más felices son aquellas que logran absorberse totalmente en ciertas tareas, trátese de bricolaje, bordado, escritura de ficción o pesca. La focalización del espíritu sobre un objeto de reflexión o de acción generaría una suerte de olvido de sí mismo y, sobre todo, una evacuación de la dimensión temporal de la existencia: ya no se piensa en el futuro ni en el pasado, sino solamente en lo que ocurre aquí y ahora. Sin embargo, la felicidad sigue siendo un concepto difícil de captar. El riesgo es hacer de ella una condición, un imperativo, un objetivo para alcanzar. Ahora bien, todas las investigaciones en psicología muestran que la felicidad no se encuentra si se convierte en objeto de una búsqueda sistemática.

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