Al tratar con mascotas, es importantísimo tener presente
cómo piensan y se comportan.
Para que las cosas funcionen bien es necesario que empiece
por tener muy claro que el gato piensa de un modo muy distinto a uno. El
gato no puede pensar de modo abstracto, es decir, no puede trasladar una
experiencia vivida a otra situación distinta.
Si lo has expulsado varias veces de la mesa de la cocina,
para el gato significará lo siguiente: “Mi ama/o no quiere que salte sobre la
mesa de la cocina”. Pero nunca se le ocurriría pensar que lo mismo se aplica
también a la mesa del comedor. Sin embargo, lo que suele ocurrir es lo
siguiente: “Cuando mi ama/o no está en la cocina no hay nada que impida subirme
a la mesa y, desde allí, alcanzar algo bueno para comer”. ¡Asuntos de lógica
felina con la que tendremos que aprender a convivir!
Reglas para la educación de los gatos
Si al educar al gato seguís algunas reglas elementales
muy sencillas, no tardarás en tener éxito y tu querido felino pronto se
convertirá en un miembro más de la familia.
Reaccionar siempre del mismo modo. Si reñís al gato
de formas muy distintas como “¡No!”, “¡Fuera!”, “¡Déjalo!”, “¡Maldito gato!”,
etc., lo único que conseguirás es desorientarlo por completo. Emplea siempre la
misma expresión, como por ejemplo “¡No!” y tu gato enseguida sabrá a qué
atenerse.
Reacción inmediata. El gato solamente relaciona
una mala experiencia con algo que ha hecho en ese preciso instante. Si lo
reñís media hora después de haberse robado una salchicha, cuando está haciendo
tranquilamente la digestión acostado en su cesta, él solamente relacionará su
enfado con el hecho de estar en su cesta, y eso le irritará bastante. Si
descubrís alguna travesura demasiado tarde, por esa vez no vas a tener más
remedio que aguantarte con el único propósito de no darle al minino ninguna
posibilidad de volver a repetirlo en el futuro.
Premiarlo cuando se porta bien. Los gatos no hacen
nada por pura generosidad o para complacer a su dueño, lo único que les
estimula es la recompensa. Y ésta no tiene por qué ser siempre algo
comestible, también le encanta que lo acaricien o que jueguen un rato con él. Ocúpate
de que a tu gato “le salga a cuenta” portarse bien en casa.
Sé consciente y riguroso. Lo más importante a la
hora de educar al gato es ser consecuente con las reglas ya establecidas y no
desviarse nunca de ellas. Por ejemplo, ningún gato comprenderá que, si
tiene prohibido subirse a las camas, hoy pueda hacer una excepción porqué estás
enfermo y tienes ganas de acariciarlo. Bastará con que hagas solamente una vez
una excepción, por muy evidente que sea para vos, para que tu gato lo
interprete como que se han levantado las prohibiciones vigentes hasta ahora.
El asunto de los castigos a los gatos
Los castigos son un punto muy delicado en la educación de
un gato. Por una parte, porque es difícil saber que el animal realmente se
da cuenta de cuál es el motivo por el que se le castiga. Y por otra, porque el
gato puede reaccionar mostrándose cada vez más desconfiado hacia vos,
especialmente si los castigos son frecuentes.
Por lo tanto, lo mejor es no llegar nunca a las manos. Es
preferible asustarlo con un grito o palmeando con las manos en el momento
en que lo encontremos in fraganti. También puede ser eficaz asustarlo con el
chorrito de una pistola de agua. Lo ideal sería que el gato no relacionase el
castigo directamente con vos, sino con el lugar que le está prohibido.
Para el minino, la situación sería la siguiente: mientras
está afilándose a conciencia sus uñas en el sofá, le cae por sorpresa un
chorrito de agua que no sabe de dónde viene: ¡es el sofá que se defiende porque
no le gusta que lo arañen!
Recuerda que los castigos solamente serán efectivos si
los aplicas en el momento en que sorprendes a tu minino con las manos en la
masa. No sirve de nada castigarlo por algo que ha hecho hace un rato, así
nunca conseguirás educarlo.
Recuadro: NO OLVIDAR AL TRATAR CON GATOS
No asustar. A un gato que aún se muestre tímido,
háblale siempre con voz suave. Evita
también que se produzcan gritos o ruidos molestos cerca de él.
Las mismas palabras. Cuando hables directamente a tu
gato, emplea siempre las mismas palabras y las mismas expresiones.
Sin excepciones. Para tu gato, una regla con
excepciones no es una regla. Si deseas que tu gato siempre se porte “bien”
(que no pida comida cuando vos estés en la mesa, que no se suba a las camas,
etc.), deberás regañarle siempre que haga algo malo, sin excepciones.
Castigos. No le pegues nunca a tu gato, porque lo
único que conseguirías sería destruir la relación de confianza entre ambos. Si
encuentras a tu minino haciendo algo que le está prohibido, asústalo.