Conozca los secretos para hacer realidad sus ambiciones.
HACE UNOS AÑOS viajé a la ciudad de Nueva York para asesorar a dos importantes bancos sobre el secreto del éxito en los negocios. Cuando iba al aeropuerto tuve una conversación con el taxista.
Tony era de la India, donde estudió para ser biólogo marino, pero no había podido encontrar un trabajo decente en ese campo. Aunque no le iba mal como chofer, admitió que “después de haber recorrido todo ese camino, esperaba estar mejor”.
Conforme hablábamos, me di cuen-ta de que la asesoría que doy a ejecutivos de importantes empresas también se aplica a personas comunes. Como muchos de nosotros, Tony creyó que tener confianza en sí mismo significaba no pedir ayuda, pero para alcanzar nuestras metas necesitamos hacer relaciones públicas.
A Tony le gustaba charlar con sus pasajeros, pero no quería causarles molestia. Yo lo animé a que hiciera la prueba. Así lo hizo, y sus clientes no solo empezaron a pedirle que los llevara al aeropuerto cuando terminaban sus viajes, sino que lo recomendaron con sus amigos. Pronto, Tony tenía una larga lista de clientes habituales y pudo comprar un auto propio, y después un segundo. Incluso tuvo que contratar a un amigo para que lo ayudara con la carga de trabajo.
Cada uno de nosotros tiene dentro una semilla de grandeza que puede expresarse de un millón de formas, desde iniciar un negocio, hasta trabajar en pro de la comunidad o educar a la siguiente generación de líderes. En la vida hay que encontrar esa semilla y cultivarla hasta que se desarrolle por completo. Sé que es posible porque yo lo viví.
Soy hijo de un obrero de una fábrica de acero y una empleada de limpieza. Mi padre solía decirme al llegar a casa con las manos raspadas y sucias: “No quiero esto para ti, Keith. Necesitas una buena educación”.
Aunque papá no conocía al director general de la empresa donde trabajaba, se atrevió a presentarse y pedirle un consejo. Al director le agradó la determinación de mi padre y me consiguió una beca en una de las mejores escuelas privadas del país. Asistí a la Universidad Yale y a la Escuela de Finanzas de Harvard.
Aprendí a corta edad que el éxito radica en el poder de las relaciones: las personas que te han ayudado a lo largo del camino son tus entrenadores. Los ejecutivos de grandes empresas, las celebridades y las estrellas deportivas contratan a “entrenadores de vida” para que los ayuden a alcanzar sus metas o a resolver sus problemas.
Pero usted no necesita contratar a un entrenador de vida. Puede convertirse en el suyo propio; no le costará un centavo, y es más fácil de lo que cree.
Céntrese
¿Qué es lo que quiero?
Jennifer, diseñadora independiente de sitios de Internet, estaba por dar a luz a su primer hijo. Le encantaba la idea del bebé, pero tenía miedo de aislarse y perder la autoestima que había logrado al construir su propio negocio. “Me emociona iniciar una familia, pero también quiero seguir con mi vida, y tener la socialización que me ha dado el trabajo”, admitió.
¿Qué es lo que quiero? La mayoría no sabe responder a esta pregunta, pero no tiene que ser tan difícil. Es una cuestión de enfoque.
¿Ha tratado de ver algo a través de un telescopio? Debe encontrar un punto de referencia y luego hacer los ajustes necesarios. Al principio está muy cerca, luego muy lejos, y al final está bien. La cuestión es que hay que hacer varios ajustes para enfocar un objeto. Para observar otra cosa, debe empezar el proceso de nuevo.
Trazarse metas es parecido. No se preocupe si al principio no sabe qué quiere hacer, pero no cometa el error de nunca comprometerse a hacer algo. A veces la respuesta es sencilla: ¡solo elija una cosa!
El doctor Mark Goulston, autor de un libro sobre el tema, sugiere “ver hacia atrás, para lograr ver hacia adelante”. Revise su agenda semanal, y califique cada cita o listado en una escala de –3 a +3, en la que –3 significa “No me gusta hacer esto” y +3 quiere decir “Me encanta hacer esto”. Cuando identifique los temas recurrentes podrá enfocar mejor sus sueños.
Si sigue trabado, hágase estas dos preguntas: ¿De qué me arrepentiré si no lo consigo? y ¿Qué haría si supiera que no puedo fallar?
No tema soñar en grande o modestamente, y no permita que otros definan su éxito. Cuando sepa lo que quiere, solo siga los tres pasos siguientes para lograrlo.
Diagnosticar
Desvíese de su propio camino
Todos tenemos un hábito que antes nos funcionaba bien, pero que ahora nos hunde, como una adicción. Ejemplos: aplazar las cosas, tener una actitud defensiva y negarse a aceptar la responsabilidad de nuestros errores.
Mi adicción era evitar conflictos. Al crecer aprendí a darle a la gente (ma-má, papá, maestros) lo que quería, y obtuve recompensas: palmadas en la espalda, buenas notas, ser el capitán del equipo. Pero no aprendí a preguntar lo que yo quería para mí.
Era incapaz de decirle a un amigo: “Mejor no”, a una chica con la que salía: “Será mejor que terminemos”, o a un empleado: “Juan, tu desempeño no es aceptable”.
Cuando me percaté de este comportamiento, recluté a amigos y colegas para que me ayudaran a cambiarlo. Practicaban conmigo qué decirle a Juan y cómo decirlo. Así, Juan cambió su actitud y se convirtió en un miembro más eficiente del equipo.
Al no darse cuenta de la conducta negativa que lo limita, es posible que usted pase por alto la actitud positiva que lo puede impulsar. Identificar sus fortalezas es tan importante como nombrar sus debilidades, pues esas fuerzas opuestas son las que lo guían.
En broma digo que si no se le ocurre ningún comportamiento suyo que quisiera cambiar, seguramente su pareja o un amigo cercano tienen varias ideas. De igual forma, ellos son los únicos que pueden decirle lo que más admiran de usted.
¿Cuál es el trasfondo de todo esto? Que pocas cosas lo hacen sentir tan mal como desperdiciar una oportunidad debido a una conducta derrotista. A su vez, pocas cosas lo hacen sentir tan bien —y le ganan el respeto de los demás— como identificarla y superarla.
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Ayude a otros, ayúdese.
Kim estaba en riesgo de que la despidieran de su trabajo en una pequeña empresa de marketing. Tenía gran habilidad para investigar en Internet, pero era tan perfeccionista que trataba de encubrir sus errores. Solía pedirle consejo a su jefe, y luego discutía con él si estaba en desacuerdo. Con un pie casi en la calle, Kim sabía que necesitaba ayuda para salvarse de sí misma. Era tiempo de crear su propio equipo ideal de asesores.
Los cambios más dramáticos y perdurables de la vida a menudo ocurren a través de iniciativas comunitarias como Weight Watchers y Alcohólicos Anónimos, donde hay muchas personas enfocadas en que usted tenga éxito, y hacia las que siente una responsabilidad. Por eso es sensato aplicar los mismos principios para crear una comunidad destinada a su crecimiento personal.
Su “equipo ideal” funcionará mejor con unas cinco personas a las que les importe lo suficiente como para que le digan la verdad de frente. Es mejor si se dedican a distintas actividades: su compañero de deportes, su contador y alguien cuyo comportamiento admire o a cuya posición aspire. Un grupo variado suele pensar en soluciones creativas y tener más probabilidades de estar conectado con relaciones y recursos a los que quizás usted no tenga acceso. Kim, por ejemplo, invitó a un colega de confianza y a su jefe a unirse a su equipo.
El truco es escuchar las críticas, y eso no siempre es fácil. Kim discutía tanto con su equipo que, un día, uno de los miembros le dijo: “Mira, si cada vez que me pides un consejo vas a estar en desacuerdo, no tiene caso que me esfuerce en dártelo”.
Por supuesto puede hacer preguntas para aclarar las cosas: “¿Qué quieres decir con eso?” o “¿Qué pensaste cuando me viste hacer esto?” Pero no los contradiga, aunque sienta que un miembro del equipo ha tenido un juicio errado. Tómelo como un “regalo” de su parte. Y si cuatro de las cinco personas le dan el mismo obsequio, quizá tengan razón.
Probablemente usted se pregunte: ¿Qué puedo ofrecerles a las personas para que me ayuden de este modo?
En una palabra, puede brindarles su propia generosidad, y ése es el combustible que hace funcionar esta máquina. Al acercarse a los demás con generosidad, ya sea cuando les recomienda una nueva clase de yoga o les pide un consejo, está preparando el terreno para una relación a largo plazo, y le garantizo que será recompensado con una respuesta positiva.
Grandes logros
¡Planee!
Dean Ornish, médico especialista en enfermedades del corazón, dice que, según su experiencia, la mayoría de la gente que sobrevive a un infarto eventualmente recae en los mismos malos hábitos que la llevaron al quirófano. Él opina que incluso el temor a la muerte no es una motivación suficiente para cambiar las costumbres arraigadas.
Sin embargo, cuando las personas se dan cuenta de que podrán tener una mejor vida sexual, bailar en el casamiento de sus hijos y ver crecer a sus nietos, empiezan a hacer ejercicio y a comer sanamente. Ven la conexión entre aspirar al éxito y las actividades positivas encaminadas a una meta. En los negocios hay un dicho muy conocido: “Mida a su enemigo y podrá vencerlo”. Es por eso que Weight Watchers insiste en que uno se suba a la balanza una vez por semana.
Elija una de sus metas y pregúntese: ¿Qué debo hacer en los próximos 60 días para sentir que voy hacia el éxito? Por ejemplo, si quiere profundizar su vida espiritual, reúnase con un sacerdote o ministro para seguir un programa de estudio. Si quiere un ascenso, pregúntele a su jefe qué necesita para obtenerlo.
A continuación determine lo que quiere lograr, y revise su progreso constantemente. Al principio hable una vez por semana con su equipo ideal sobre sus avances. Conforme gane confianza, haga las reuniones de revisión cada 30 días, luego cada 60 y, finalmente, cada 90.
No se preocupe si sus objetivos cambian con el tiempo; eso es normal. Revalore sus metas cada tres a seis meses y vuelva a trazar su plan. Quizá tenga que extenderse e incluir a nuevas personas en su comunidad de apoyo. Con el estímulo de su jefe, Kim dejó la compañía donde trabajaba e inició su propio negocio de marketing en Internet. Actualmente está formando una cartera de clientes satisfechos y dice que se siente más feliz que nunca.
¿RECUERDA A JENNIFER Ella logró resolver sus emociones conflictivas respecto a tener un bebé y decidió que se trataba de una oportunidad para ayudar a otras mujeres embarazadas. Creó un sitio en Internet que se ha convertido en una vibrante comunidad interactiva en línea.
Mi papá solía decir: “Nunca mires hacia atrás y te preguntes qué hubiera pasado si…” Seguramente usted tiene un sueño, ¿verdad? Pues ahora cuenta con el plan para realizarlo. ¿Qué espera para ponerlo en marcha?