La búsqueda del orgasmo ha sido uno de los objetivos más determinantes de la conducta humana a través de la historia. Aquí una guía completa que lo explora todo, desde los problemas comunes hasta los beneficios de hacer el amor.
Cómo lograr intimidad:
La mayoría de las personas se niega a hablar de su vida sexual y es comprensible. Algunas cosas son sagradas. ¿Pero no les da la sensación de que la negación a hablar de sexo tiene que ver con el hecho de que este tema siempre conlleva demasiada alharaca?
Cuando confieso que estoy teniendo sexo con menos frecuencia que la mayoría de las parejas que dice hacerlo “un par de veces por semana”, mis amigas generalmente admiten que les sucede lo mismo.
“¿Vida sexual? ¿Qué es la vida sexual?”, suele ser una típica frase en mi grupo.
Las mujeres suelen expresar que quisieran que sus maridos no pidieran tener sexo con tanta frecuencia, mientras que los hombres a veces admiten que sueñan con tener sexo con otra mujer.
No hay nada escandaloso (ni nuevo) sobre estas actitudes divergentes hacia el sexo. Lo sorprendente es que cada sexo tienda a olvidar esa conexión biológica con el otro. En su libro “O: The Intimate History of the Orgasm”, Jonathan Margolis escribió: “Además de la necesidad de comer y respirar, la búsqueda del orgasmo ha sido uno de los objetivos más determinantes de la conducta humana a través de la historia”.
Una de las cosas que Margolis descubrió al hacer su investigación para el libro es la gran diferencia que existe en la manera en que los hombres y las mujeres llegan al clímax sexual. El autor detalla que los hombres tienden a pensar que el solo hecho de mantener su pene erguido es la cura de todos sus males, en cambio, las mujeres disfrutan de la sensación de penetración y suelen experimentar el orgasmo como resultado de algo muy diferente de lo que a los hombres les gusta imaginar.
Los hombres suelen responder frente a lo sensual, mientras que para las mujeres, la excitación generalmente es una "operación mental".
En su libro “Mars and Venus in the Bedroom”, John Gray describió las diferentes maneras sobre cómo se excitan hombres y mujeres. Los hombres suelen responder frente a lo sensual (tacto, gusto, olfato y vista), mientras que para las mujeres, la excitación generalmente es una “operación mental”, en la que requiere un tiempo para desenchufarse de las actividades diarias y conectarse con el placer.
Con frecuencia, la incompatibilidad sexual surge de la diferencia entre los tiempos de respuesta del hombre y de la mujer. ¿Cuál es la solución? Todos los terapeutas del mundo sostienen que la forma más rápida de lograr una vida sexual saludable es la comunicación en la pareja.
Cuando conocí a mi marido, teníamos sexo bastante seguido, pero la intensidad inevitablemente se desvaneció luego de un año de relación. Yo estaba cerca de los 40 años y él, en los 40 y pico. Ambos teníamos trabajos muy demandantes e incluso decidimos no tener hijos. Naturalmente, había desaparecido el imperativo biológico y el sexo se hizo cada vez más esporádico.
Luego de eso, fue solo el tiempo —y un fuerte compromiso con nuestra relación— lo que tornó nuestra vida sexual de rutinaria a excitante.
Al principio, me preocupaba el hecho de que ya no éramos los mismos que antes en la cama. Mi marido, que es de esas personas que no sucumbe ante la presión del compañero, no se preocupó para nada hasta que yo comprendí cuánto me relajaba tener sexo sólo ocasionalmente. Nuestros acercamientos sexuales eran energizantes y divertidos precisamente porque no eran tan frecuentes ni programados.
Muchas relaciones largas experimentan una disminución en la libido durante las épocas complicadas, estresantes o durante la crianza de los hijos. El secreto de una intimidad continua, según indican los terapeutas, es evitar que el “no con tanta frecuencia” se transforme en “nunca”.
La terapeuta sexual Heide McConkey atiende pacientes que creen que tienen un problema sexual cuando en realidad no existe tal. Los hombres, según cuenta, pueden ser muy vulnerables con relación al sexo, y generalmente se muestran ansiosos acerca de su desempeño. McConkey explica: “Muchos hombres se quejan de que solo pueden mantener una erección por tres o cinco minutos. ¡Felicitaciones!, les digo. Vos sos normal”.
La especialista comenta que las parejas suelen quejarse de que sienten mucha presión al tener que ponerle ganas a su vida sexual. “Hace poco recibí a una pareja que estaba muy enamorada, sin embargo admitieron que, luego de casi 20 años de matrimonio, no estaban haciendo el amor con frecuencia. Querían saber qué debían hacer”.
McConkey indagó un poco más y ambos reconocieron que incluso se sentían cómodos con esta situación. “Si ambos están contentos teniendo sexo tres veces por día o una vez por mes, entonces para ustedes eso es lo que está bien”, les aconsejó.
Luego de haber asesorado a muchas parejas durante estos años, McConkey sostiene que hay una carencia de educación sexual en la sociedad. Y con esto no se refiere específicamente al discurso de “la semillita”, sino a una educación sexual real.
“Todavía veo gente que, siendo relativamente joven, me preguntan qué les sucederá si se masturban. Les explico que la masturbación es más que normal; de hecho, ¡es saludable!” Uf, qué alivio. Con mi marido hemos discutido varios de estos temas en los últimos años y acordamos que ciertas licencias estaban bien, pero no así practicar el sexo con otras personas.
Mi esposo, con su estilo monosilábico típico al de muchos hombres, tiende a expresarse poco. Sin embargo, al interpretar su lenguaje gestual, me doy cuenta de que se siente bien con una pareja que le ofrezca tanto fidelidad como libertad en la relación.
En cuanto a nuestra vida amorosa, puede ser que no tengamos sexo con la frecuencia “normal”, según indican las estadísticas, pero eso no significa que haya menos amor, intimidad o afecto.
La terapeuta sexual Serena Cauchi sostiene: “El apetito sexual varía no sólo entre los diferentes individuos, sino en los mismos individuos como resultado de las circunstancias de la vida. Lo importante es que la pareja negocie para lograr el placer de ambos”.
Los consejos de Ian Gerrard, editor asociado de la revista Penthouse, hacia las parejas son: “Ignoren esa vocecita molesta que nos dice que el sexo es inmoral. El sexo debe ser divertido y la mejor forma de hacerlo es hablar con su pareja: escuchar lo que le gusta, hacer que escuche lo que a usted le gusta”.
Por supuesto, es más simple decirlo que hacerlo. No todos tienen el coraje de decirle al compañero cómo besar o practicar sexo. Los terapeutas normalmente sugieren que la mejor manera de comunicarse es concentrándose en lo que a uno le gusta y lo que uno más quiere, en lugar de poner énfasis en lo negativo.
Para la gurú sexual de Australia, Rosie King, se trata principalmente de tener confianza en la relación. Ella cree que debemos dejar de pasear por la periferia de las relaciones y zambullirnos en un compromiso.
Sé lo que eso significa. No fue hasta el momento en que tomé esa decisión de hacer todo lo que fuera posible para hacer feliz a mi esposo que nuestra relación se intensificó profundamente. Cuando uno se relaciona con el otro de modo honesto y abierto, la relación simplemente fluye.
¿Sucede algo malo conmigo?
Las situaciones que normalmente observan los terapeutas sexuales son:
1. Deseo sexual incompatible.
2. Libido baja.
3. Disfunción eréctil y eyaculación precoz.
4. Vaginismo en las mujeres.
5. Adicción sexual.
Un amigo mío muy buen mozo, de 45 años, admitió que sentía que su libido estaba disminuyendo. El eterno soltero se pregunta permanentemente: “¿Cómo uno mantiene el deseo sin recurrir a una nueva compañera?”.
Enseguida se encendió un alerta. Los terapeutas sexuales constantemente observan que la gente confunde lujuria con amor. Estos adictos a la lujuria parecen no haberse dado cuenta de que incluso Brad Pitt y Angelina Jolie están luchando, al igual que todos nosotros, para encontrar un punto de encuentro más allá de lo sexual.
Los especialistas concuerdan en que sólo cuando uno pone el esfuerzo para relacionarse de verdad con un compañero se puede avanzar hacia un nivel de mayor intimidad sexual. Ninguna pareja puede mantener los elevados niveles de energía que caracterizan la fase de la “luna de miel”. Y tenemos que aprender a manejar esa realidad.
Elegir calidad sobre cantidad, por ejemplo, podría ser una buena estrategia. Según McConkey: “La cantidad de veces que tenemos sexo no resulta un indicador de una relación saludable. Más importante es cómo nos sentimos durante el acto sexual”.
Para algunas mujeres, el sexo (desafortunadamente) está asociado con el temor. Las estadísticas sugieren que aproximadamente una de cada cinco mujeres ha experimentado algún tipo de abuso sexual en algún momento de su vida, algunas incluso por parte de sus maridos o parejas. Entonces, no resulta sorpresivo este tipo de actitud ante la inminencia del acto sexual.
Según Cauchi: “Algunas mujeres experimentan un sexo doloroso y tienen dificultades con la penetración. Tratamos de identificar qué es lo que genera el temor sobre el sexo y luego trabajamos sobre los aspectos físicos. Ayudamos a nuestros pacientes a que conozcan su propio cuerpo”.
Para los hombres, el mayor problema consiste en la correcta función eréctil y, nuevamente, sienten una humillación innecesaria ante su rendimiento sexual, pero por falta de información.
En su libro “Sex for Life”, el especialista en impotencia, Gary Aaron, manifiesta que muchos hombres creen erróneamente que solo son machos cuando intentan concretar el acto carnal.
Un estudio amplio y de diez años de duración realizado en los Estados Unidos indica que alrededor del 52 por ciento de los hombres presentó síntomas de disfunción eréctil, mientras que, de acuerdo con los datos difundidos por la revista especializada Urology, esta afección es padecida por entre un 40 y un 50 por ciento de los varones de más de 40 años.
Ya sea por problemas de seguridad sexual o por algún complejo físico, el doctor Aaron cree que los hombres pueden recibir ayuda mediante tratamientos quirúrgicos, terapias con inyecciones, asistencia sexual o sustitutos sexuales.
También comenta que el tamaño del pene no influye en la relación. “Lo más importante son las expectativas que uno tenga de uno mismo y del acto sexual”.
Sin embargo, a veces no se trata de las condiciones necesarias para excitar sexualmente a la pareja, sino si él o ella realmente desean tener sexo. “Un maniático sexual es alguien que desea sexo una vez más de lo que uno quiere”, es lo que indica el dicho. La doctora King lo llama “discrepancia sexual”.
Algo muy difícil de revertir, según cree la profesional, es que los individuos revean sus actitudes y que las parejas logren tener mayor intimidad a través de lo que ella denomina “el juego previo”, cualquier actividad sexual que no involucre necesariamente la penetración y que estimule el deseo de la pareja para reafirmar la relación.
Luego agrega: “Cuando el sexo funciona, puede ser una ‘medicina’ fabulosa para las parejas. Por un momento, puede dejar de lado sus preocupaciones y gratificar al otro y a uno mismo. Puede olvidarse del mundo real y experimentar placer y una sensación de bienestar al mismo tiempo”.
Gray toma nota de estos sentimientos. “Con sólo recordar que somos diferentes nos ayudará a ser más adorables. Si logramos liberarnos paulatinamente de prejuicios y culpa, podremos alcanzar las relaciones amorosas que todos deseamos, necesitamos y merecemos”.