Más allá de una cuestión de apariencia, nuestro pelo, piel y
uñas revelan datos sobre la salud.
Fuente: Salud a Diario
Los tiempos que vivimos, debido a las condiciones que
imponen el cambio climático y la pandemia, nos han forzado a adaptarnos a
nuevas situaciones y ambientes, así como a transitar por estaciones climáticas
atípicas; obligándonos a extremar los cuidados de nuestra salud mental y
física. Al respecto, las personas no solo se quejan de las manifestaciones
psicológicas asociadas al estrés, sino además del llamativo aumento en los
cambios o daños que están experimentando en su piel, cabello y uñas. ¿Será
que son el reflejo de nuestro estado de salud?
La piel, órgano escudo
Todas las evidencias nos confirman que la piel, además de
ser la primera barrera de protección, es el órgano conector por excelencia,
transformándose en “escudo y refugio”. Sabemos que cumple funciones
biológicas, metabólicas, inmunes y de expresión de los estados emocionales y,
como si fuera poco, se encuentra sometida a constantes transformaciones y
adaptaciones, conforme se van sucediendo las circunstancias vitales, como edad,
raza, clima, sexo, salud o enfermedad. Según los expertos y especialistas
en dermatología, entre las consultas más frecuentes están: preocupación por el
aspecto; sequedad; daños y lesiones en la piel; caída del cabello; pelo reseco
y uñas quebradizas o frágiles. La piel es el órgano más valioso que tiene
nuestro cuerpo, de ahí su calificación de “órgano barrera”, evitando que
agentes nocivos penetren en nuestro organismo, además de colaborar activamente
en la elaboración de vitamina D, entre otras funciones.
Pelo y uñas, puentes conectores
En relación al cabello, y dependiendo de la zona donde se
encuentre, este cumple importantes funciones como barrera natural, con
capacidad protectora y reguladora para el organismo. Es necesario
considerar que el pelo se cae, pero se recupera con cierta normalidad, siendo
parte de los procesos biológicos. Sin embargo, hay ocasiones en que la caída
del cabello o alopecia está relacionada a estados de estrés, tanto físico como
emocional. En otras, se debe a desequilibrios nutricionales o enfermedades, por
lo que es primordial consultar y descartar una relación u origen con alguna de
las causas mencionadas.
En el caso de las uñas, no son otra cosa que una extensión de la piel, destacando la presencia de queratina, además de otras
características, como su dureza. Su función va más allá de ser un elemento
decorativo, cumpliendo funciones de protección y táctiles. Los cambios
experimentados por las uñas, la mayoría de las veces, son la evidencia o sospecha
de algún desequilibrio en nuestra salud, y es muy frecuente la consulta por
uñas frágiles, quebradizas y por cambios en su aspecto. Con una gran capacidad
para autorregenerarse, podríamos llegar a pensar que no requieren de nuestros
cuidados. No obstante, debido a que sus características van cambiando conforme
pasan los años o vamos modificando nuestros estilos de vida, resulta
imprescindible entregarles la atención y cuidados oportunos.