A causa del síndrome
urémico hemolítico, enfermedad endémica en Argentina, se recomienda no dar carne
picada a los menores.
Fuente: Womantime.com.ar
En Argentina se registran
350 casos de síndrome urémico hemolítico por año. Entre el 25 y el 30 % puede
evolucionar a insuficiencia renal crónica. Uno de cada cinco niños que recibe
un trasplante de riñón llega a ese estado por haber padecido esta enfermedad,
que puede evitarse teniendo cuidados específicos en la alimentación.
Si hay un plato que les encanta
a todos los chicos en general, es la hamburguesa. Y es que la carne picada es
una forma muy sencilla, para los padres, de comenzar a ofrecer a los más
pequeños trocitos de carne sin temor a que se atraganten. ¿Qué pensaría si le
dijesen que debería evitar continuar con esta práctica si tiene un niño pequeño?,
se plantea este artículo publicado en el portal Womantime.com.ar.
Es muy común que, por razones
culturales, la carne que solemos preparar para consumir la cocinemos a
término medio. La textura y, por ende, el sabor son distintos y esto la
hace más apetecible para algunas personas. El detalle es que esta práctica no
es realmente buena para nuestro organismo, más aún cuando picamos esta carne y
se la ofrecemos a los niños, ya que puede traer graves consecuencias y es muy
importante que se conozcan.
Peligros del consumo de carne picada
El consumo de carne picada,
cocinada o mal cocinada, implica riesgos para la salud que quizá no conoce,
y realmente son muchos. Es el temido síndrome urémico hemolítico (SUH), que
no es más que una entidad que engloba una serie de afecciones que incluyen
insuficiencia renal aguda (es decir, falla en los riñones), anemia hemolítica y
disminución de las plaquetas (lo que se conoce, en términos médicos, como trombocitopenia).
La causa, como se mencionó antes, es el consumo de carne picada poco cocinada.
Esta puede ocasionar una infección
por la bacteria Escherichia coli, productora de una toxina llamada Shiga, la
cual viaja por la sangre hacia diferentes órganos del cuerpo —a los vasos
sanguíneos, donde se alteran las plaquetas, y después viaja, además, al
intestino—, lo que hace que el niño presente diarrea (en algunas ocasiones con
moco y sangre).
Por último, va hacia los
riñones donde provoca falla de este órgano. Los afectados son generalmente
niños hasta los ocho años, con un promedio a los dos años de edad. Los
síntomas más comunes son, además de la ya mencionada diarrea, decaimiento,
palidez, dolor abdominal o fiebre. Los niños pueden, además, presentar lesiones
enrojecidas en la piel, conocidas como petequias y disminución de la cantidad de orina.
En ocasiones, las menos, se
puede producir una hinchazón generalizada y, en algunos casos, pueden presentarse
convulsiones.