Esta acción, considerada de mal gusto, puede revelar
aspectos desconocidos de nuestra salud.
1. Comemos demasiado
Las comidas demasiado abundantes son una receta infalible
para los problemas intestinales, entre ellos, la eructación excesiva. El
estómago de un adulto normal puede contener cómodamente un litro de alimento y líquido
durante una comida.
Si consume porciones adicionales, su estómago se
expandirá para darle espacio al festín, pero no será suficiente. Para la
mayoría de las personas, la capacidad máxima encuentra su límite en cuatro
litros. “Cuando usted come demasiado, aumenta la presión en el estómago”, explica
Tsang. “El gas presente en el estómago no encuentra hacia dónde ir y no
puede más que ascender por el esófago para salir al exterior a través de su
boca”.
2. Comemos rápido
Es normal ingerir algo de aire al comer. Pero si come
demasiado rápido o si come y habla al mismo tiempo, podría tragar más aire de
lo habitual, lo que puede producir una gran cantidad de eructos, según
explica Michelle Honda, médica holística de Ontario. Comer más despacio
puede ayudar a reducir esas ruidosas interrupciones, como afirma la
experta.
3. Aspiramos una excesiva cantidad de aire
Incluso si come lentamente y de manera consciente, puede
tragar demasiado aire (y eructar excesivamente) por otras razones. El
término médico para este tipo de hinchazón y distensión es aerofagia.
Son muchos los factores que pueden causar este fenómeno, como
mascar chicle, fumar o incluso hiperventilar por ansiedad. Las personas que
padecen apnea del sueño y también usan dispositivos de presión positiva
continua de las vías respiratorias (CPAP, por sus siglas en inglés) también pueden
experimentar aerofagia cuando dormitan, para evitar un colapso en las vías
respiratorias (un efecto secundario común en este tipo de tratamiento). “Muchos
músicos me consultan por eructación excesiva”, agrega Tsang al portal
Health.com. Quienes tocan instrumentos de viento “aspiran una gran cantidad de
aire constantemente”.
4. Consumimos ciertos alimentos
Los alimentos, incluso los más sanos, pueden producir
gases durante la digestión. Ciertos azúcares, almidones y alimentos
fibrosos pueden causar eructación intensa. Además, los eructos pueden oler
particularmente mal si come alimentos con compuestos que contienen azufre, como
legumbres, brócoli y otras verduras crucíferas. Otros responsables de este
fenómeno pueden ser huevos, carnes y pescados.
Por otra parte, las personas que padecen intolerancia a
la lactosa experimentan dificultad para digerir esta sustancia, un tipo de
azúcar presente en la leche y en otros lácteos. En estas personas, la lactosa
sin digerir se dirige directamente al colon, donde las bacterias disfrutan de
un festín mientras provocan gases que causan hinchazón, eructos y flatulencias.