Una buena alimentación no solo sirve para estar en buena forma física, también es fundamental para mantener la salud de un órgano tan importante como el cerebro.

Todo lo que hace su cerebro —cada pensamiento o emoción que tiene, cada cálculo que realiza, cada recuerdo que evoca— requiere energía y nutrición que usted solo puede obtener de los alimentos. Eso quiere decir que su capacidad para sentirse bien, pensar con claridad y mantener una memoria aguda depende, en gran parte, de lo que comió en el desayuno, el almuerzo y la cena. ¿Quién lo hubiera dicho?

 Alimentos para el cerebro y el corazón

A fin de encontrar la mejor dieta para un cerebro inteligente, piense en su corazón. La sangre bombeada desde el corazón envía nutrientes vitales y oxígeno al cerebro, por lo cual es lógico que los alimentos que son buenos para el corazón y los vasos sanguíneos también lo sean para el cerebro. De hecho, el camino alimentario más seguro para mejorar la salud cerebral puede comenzar con la dieta famosa por los beneficios que le aporta al corazón: la mediterránea. Las investigaciones demuestran que las personas que siguen esta tradicional manera de comer tienen un riesgo mucho más bajo de enfermedad cardíaca, ataque al corazón y derrame cerebral. Esta dieta ayuda a controlar el colesterol, la presión sanguínea y las inflamaciones, lo cual contribuye a evitar la enfermedad cardíaca. Pero eso no es todo. El neurólogo Nicolaos Scarmeas y sus colegas de la Universidad de Columbia examinaron los efectos de la dieta mediterránea sobre el alzhéimer. Descubrieron que cuanto mejor la gente seguía la dieta, menor era el riesgo de desarrollar la enfermedad. Las personas que seguían la dieta parcialmente reducían el riesgo en un 40%, mientras que aquellos que no se apartaban de la dieta lo reducían hasta en un 68%. Las personas que siguieron a rajatabla la dieta y que ya padecían mal de Alzheimer vivieron alrededor de cuatro años más que aquellos que no la siguieron. Imagine mantener la agudeza mental, la memoria afilada, el razonamiento sólido y el pensamiento claro, todo gracias a comer de la misma forma en que lo haría si estuviera de vacaciones ¡en las islas griegas! Esto implica consumir muchos alimentos integrales, frutas y verduras (como una ensalada griega con tomates, pepinos y cebollas), pescado (en lo posible, grillado), aceite de oliva, frutos secos y productos cotidianos bajos en grasas, como yogur y queso feta. Carnes rojas, carnes blancas y dulces se comen solo en ocasiones y no son parte necesaria de las comidas cotidianas.

 

Más allá de la dieta mediterránea

Sabemos que la dieta mediterránea funciona, pero ¿es suficiente para proteger el cerebro?

Se trata de un excelente comienzo, según el doctor David Perlmutter, miembro del Colegio Americano de Nutrición, neurólogo y experto en el cerebro. Si quiere empezar a comer de una manera que contribuya a salvar su memoria —y que muy posiblemente extienda su vida—, comience ahora. La dieta para tener un cerebro en forma es fácil de seguir porque funciona a partir del principio de agregar, cambiar y suprimir. Esto es, usted logra agregar muchos nuevos alimentos a sus opciones de menú, cambiar por comidas más saludables para el cerebro muchas de las menos saludables que consume hoy y suprimir aquellos alimentos peligrosísimos para la salud del cerebro.

Los beneficios de las grasas omega 3

En los últimos doscientos mil años, más o menos, el cerebro humano sufrió un cambio fundamental: se volvió más grande e inteligente. Los primeros humanos que vivieron cerca del agua experimentaron los mayores avances del cerebro, y los científicos creen que conocen el motivo: los frutos de mar. En especial, la grasa contenida en ellos, conocida como “ácidos grasos omega-3” e, incluso, un tipo de omega-3: el “DHA” o ácido docosahexaenoico, el alimento natural fundamental para el cerebro. Su cerebro está compuesto, en su mayoría, por grasa, que forma las membranas alrededor de las células que regulan lo que entra y sale de ellas, y aísla los paquetes de fibras nerviosas que actúan como cables de comunicación de alta velocidad en el cerebro. Entonces, no debería ser tan sorprendente que la grasa sea un nutriente único y el más importante para proteger y preservar la función cerebral. Seguir una dieta baja en grasas o sin grasas, es en realidad lo peor que le puede hacer a su cerebro. Por supuesto, no le servirá cualquier tipo de grasa. Una dieta regular de hamburguesas con queso, por ejemplo, no hará mucho por agudizar sus habilidades cognitivas y podría entorpecerlas al obstruir sus arterias, de manera que menos oxígeno y nutrientes le llegarán a la cabeza. Lo que más ansía el cerebro son las grasas omega-3. Ellas ponen en marcha los genes que determinan cómo se desarrolla el cerebro, reparan y conservan las células del cerebro, permiten a las células enviar señales de manera eficiente e, incluso, pueden facilitar el crecimiento de nuevas células. Sin suficiente omega-3, el cerebro no puede funcionar de manera apropiada. Con el tiempo, la falta de omega-3 puede contribuir al desarrollo del Alzheimer. Por desgracia, la mayor parte de la gente no come lo suficiente de estas grasas buenas. Las grasas omega-3 vienen en tres variedades: DHA, EPA (ácido eicosapentanoico) y ALA (ácido alfalinolénico). Las neuronas necesitan de estos tres tipos para mantener su estructura y evitar el envejecimiento prematuro, aunque al cuerpo le sea más sencillo usar el DHA y el EPA que el ALA. Las investigaciones sugieren que el ALA ayuda a proteger las células del cerebro y está involucrado en la comunicación de neurona a neurona. El EPA parece actuar como antioxidante y puede ayudar a prevenir el daño de las células del cerebro durante el envejecimiento. Pero el DHA es la superestrella del cerebro. El DHA está concentrado en el lóbulo frontal y es fundamental para el pensamiento claro, la organización, el estado de alerta, el aprendizaje y el razonamiento. Los bajos niveles de este ácido se vinculan a problemas de memoria y aprendizaje e incluso al Alzheimer. Cuando los científicos agregaron DHA a las dietas de ratones criados para desarrollar Alzheimer, éstos tenían menos placas cerebrales asociadas con la enfermedad que los ratones sin DHA. Las grasas omega-3 ayudan a prevenir los coágulos sanguíneos, lo que reduce el riesgo de enfermedad cardíaca y derrame cerebral. Cuando uno considera que el omega-3 es capaz de reducir a más de la mitad su riesgo de desarrollar Alzheimer, puede valer la pena sumar algunos de estos alimentos a la lista de compras semanal.

 

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