El órgano que nos distingue de otros seres vivos lleva
millones de años de evolución.
El cerebro lleva millones de años evolucionando a través
de un proceso parecido al de añadir bochas de helado a un barquito, dice
David J. Linden, neurocientífico de la Universidad Johns Hopkins y autor de La
brújula del placer. “Las partes inferiores como el cerebelo y el hipotálamo,
que rigen acciones orientadas a sobrevivir como el impulso sexual y comer, no
evolucionaron tanto, y en esencia no difieren de las de una lagartija”,
explica, refiriéndose a la primera bocha evolutiva. “Otros centros intermedios
que intervienen en el procesamiento de las emociones, como el hipocampo y la
amígdala, son mucho más refinados en un ratón que en una lagartija”, dice de la
según da bocha. “En la cima, el ser humano tiene una corteza cerebral grande
y compleja”, señala de la bocha más alta. Allí residen los pensamientos y
el lenguaje. Hay otra forma de ver la caprichosa evolución del cerebro.
“Imagine que le piden construir una lancha rápida, pero solo puede agregar
partes a un bote de remos, de madera, que ya existe”, señala Linden. “Así ha
evolucionado nuestro cerebro: es posible hacer pequeños agregados a lo que ya hay,
pero no alterar el plan básico”. Es la interacción entre las regiones
cerebrales más antiguas y las más nuevas lo que determina quiénes somos hoy. “Humanos
y ratones pueden obtener placer de la comida y de la unión sexual, que ambas
especies necesitan para sobrevivir y perpetuarse, pero solo un humano puede
disfrutar el ayuno o la abstinencia sexual, que no suponen ninguna ventaja
evolutiva. El milagro del pensamiento humano es que los primitivos circuitos
del placer pueden ser activados por partes superiores, más complejas, del
cerebro”, explica Linden. “En cierto modo esta es la base de la cultura. Poder
gozar cosas que son absolutamente arbitrarias enriquece mucho nuestra
experiencia”, añade. La evolución humana es un proceso muy lento, pero podemos
alterar la “evolución” personal en el transcurso de nuestra vida. “Las neuronasque se activan juntas, se interconectan”, dice el neuropsicólogo Rick Hanson,
autor de Cultiva la felicidad. Aprende a remodelar tu cerebro y tu vida. La
repetición voluntaria de ciertos pensamientos sentimientos cambia la estructura
del cerebro, como lo demuestra la meditación profunda. Es decir, podemos ayudar
a construir nuestra lancha rápida.