Respirar aire
contaminado tiene consecuencias insospechadas para el cerebro.
Hace tres años,
un estudio internacional encargado por la revista The Lancet enumeraba 12 factores
modificables que aumentaban el riesgo de demencia; entre ellos, tres nuevos: el
exceso de alcohol, los traumatismos craneoencefálicos y la contaminación
atmosférica. En el número del 2 de mayo pasado de la revista Journal of
Alzheimer's Disease, un equipo de investigadores, dirigido por científicos de la
Universidad de California en San Diego, explica con más detalle cómo la
exposición al último de esos nuevos factores –la contaminación atmosférica,
como los gases de escape de los automóviles y las emisiones de las centrales
eléctricas– se asocia a un riesgo considerablemente mayor de desarrollar
demencia con el paso del tiempo. El autor principal, el doctor William S.
Kremen, profesor de Psiquiatría y codirector del Centro de Genética del
Comportamiento del Envejecimiento de la Facultad de Medicina de la Universidad
de California en San Diego (Estados Unidos), y sus colegas examinaron las evaluaciones
cognitivas basales de aproximadamente 1.100 hombres que participaban en el
Estudio de Envejecimiento de Gemelos de la Era de Vietnam. La media de edad inicial
era de 56 años, con 12 años de seguimiento.
Efectos de la contaminación del aire en el cerebro
MP2,5 Además,
analizaron medidas de exposición a determinadas materias (MP2,5) en el aire y
al dióxido de nitrógeno (NO2), que se crea cuando se queman combustibles
fósiles, y evaluaciones de la memoria episódica, la función ejecutiva, la
fluidez verbal, la velocidad de procesamiento cerebral y el genotipo APOE. El
gen APOE proporciona instrucciones para fabricar una proteína crucial para
el transporte de colesterol y otras grasas en el torrente sanguíneo. Una
versión o alelo de APOE, denominada APOE-4, se ha identificado como un gen con
un fuerte factor de riesgo para el alzhéimer. Los investigadores descubrieron que
los participantes con mayores niveles de exposición a MP2,5 y NO2 entre los
40 y los 50 años mostraban un peor funcionamiento cognitivo en fluidez verbal entre los 56 y los 68 años. Y las personas con el alelo APOE-4 parecían aún más
sensibles, ya que las expuestas a niveles más altos de MP2,5 mostraban peores
resultados en función ejecutiva, y las expuestas a niveles más altos de NO2 mostraban peores resultados en memoria episódica. La función ejecutiva se refiere
a las habilidades cognitivas de alto nivel, utilizadas para planificar,
controlar y coordinar comportamientos y actos mentales. Aire limpio, mente
lúcida. A limpiarlo se ha dicho.