Si bien es imposible prestar atención a todo, sí podemos
desarrollar técnicas para mejorar la atención y concentración.
Nadie le puede prestar atención a todo. La información
arremete contra los sentidos todo el tiempo. Cada color, objeto, sonido, gusto,
olor o sensación física es captada por el cerebro y procesada. La mayoría de
estos datos es ignorado, como corresponde; resultaría agotador estar
hiperalerta a cada fragmento de información en todo momento y no hay una
verdadera necesidad de acordarse de si el pájaro que pasó volando por la ventana
era marrón, rojo o azul. En cambio, uno elige a qué información prestarle
atención; por ejemplo, al mensaje de correo electrónico que estaba leyendo
cuando pasó el pájaro. Esa es la información que se conserva en la memoria de
corto plazo. Por desgracia, al envejecer, usted tiene menos memoria de trabajo (también llamada “memoria de corto plazo”); si no presta mucha
atención, la información ya no se fija con tanta facilidad como antes. Esa
es una de las razones por las que una persona mayor puede tener problemas para
alternar entre dos tareas. Supongamos que está intentando leer por turnos dos
capítulos de un libro.
Cómo cambia la atención al envejecer
Cuando cambia de capítulo, podría olvidarse en qué parte del
capítulo previo se quedó y tener dificultad para reorientarse, mientras que una
persona joven con una mejor memoria de trabajo tendría menos inconvenientes. Un
pariente cercano de la atención es la concentración. Si piensa que la
atención es como encender la luz en una habitación a oscuras, la concentración
es como apuntar un rayo láser sobre un objeto específico de la habitación. La concentración
es ese intenso nivel de atención que experimenta cuando tiene la sensación de
que está grabando a fuego recuerdos en su cerebro. Algo de esta capacidad
también se pierde cuando envejece. Los pequeños detalles simplemente
desaparecen. Si lee un fragmento de un libro, podría recordar lo esencial, pero
una persona joven tal vez sería capaz de recordar oraciones de memoria. Uno
no pierde por completo la capacidad de concentración; sin embargo, esto
le exige más energía e interés. Lo que obtiene es la capacidad de absorber
una visión del mundo más amplia y de mayores dimensiones: una suma de las
partes. Las personas jóvenes tienden a ver las partes, pero se les podría
escapar la manera en que encajan en el panorama general.