¿Recordamos más imágenes o palabras? ¿Caras o nombres?
¿Información nueva o familiar? Las respuestas, de la mano de expertos.
En un estudio efectuado en 2015, psicólogos de la
Universidad de Nueva York pidieron a los participantes que identificaran
imágenes de dos categorías, animales o herramientas. Luego de un tiempo de
espera, les mostraron nuevos animales y herramientas, solo que en esta oportunidad,
recibieron un shock luego de ver las fotografías de una de las categorías con
el fin de que dichas imágenes resultaran más memorables. Los anticiparon que,
al evaluar posteriormente el recuerdo de los participantes, recordarían
mejor la categoría de imágenes vinculada con el shock (por ejemplo, las
herramientas) respecto de la otra. La sorpresa fue la siguiente: el
recuerdo también se vio fortalecido por las fotografías de herramientas que
habían visto antes de la aplicación de los shocks, lo que sugería que nuestros
cerebros pueden actualizar recuerdos previos con información esencial nueva.
Joseph Dunsmoor, líder del equipo de investigación, sostiene que: “Sabemos, a
partir de investigaciones anteriores, que los sucesos emotivos se recuerdan
mejor que aquellos triviales o aburridos, pero lo que no sabíamos era que la
emoción parece poder ir atrás en el tiempo y mejorar las probabilidades de recordar cosas triviales”.
El efecto de la emoción en los recuerdos
Las experiencias emotivas hasta pueden fortalecer
recuerdos que inicialmente no parecían significativos. Posados a cada lado
de la cabeza, debajo de las sientes, los lóbulos temporales se encargan de
organizar y procesar lo que vemos y oímos. También participan en el
aprendizaje, la generación de recuerdos, la adquisición del lenguaje y las
respuestas emocionales.