Aunque seamos seres racionales, ¿siempre nos guiamos por
esta facultad a la hora de tomar decisiones?
Con frecuencia nos equivocamos en nuestros juicios y
nuestras decisiones. Ocurre que nuestro entorno nos reprocha carecer de
objetividad o, peor aún, tener mala fe. Pues, más allá de los errores de lógica
pura, cometemos a menudo errores que provienen de mecanismos psicológicos,
es decir, de la manera en que procesamos las informaciones.
¿Cómo hace el cerebro para emitir juicios?
«Si lo dicen en televisión, es cierto». Esa máxima no exige
un razonamiento profundo, basta aplicarla para obtener un resultado que puede,
por cierto, resultar correcto. Esto nos evita verificar el nivel de competencia
y las fuentes de la persona que nos brinda la información. Por el contrario,
cuando estamos fuertemente motivados por la conclusión de un juicio que
hacemos, evaluamos en profundidad los argumentos y las informaciones
disponibles. Entonces, utilizamos procedimientos complejos que nos permitan llegar a un juicio confiable. Nuestro razonamiento es en este caso costoso
desde el punto de vista de la energía invertida, pero el resultado tiene
posibilidades de ser exacto. La mayor parte del tiempo nosotros funcionamos
según el primer modelo, sobre un principio de economía cognitiva. En las situaciones
donde los riesgos son escasos o nulos, apelamos a procedimientos simplificados
para emitir un juicio sin evaluar el conjunto de las posibilidades. Además, el
hecho de que las explicaciones simplistas funcionan efectivamente en numerosos
casos nos sostiene en esta actitud.
¿Es cierto todo lo que dicen los medios?
El 30 de octubre de 1938 Orson Welles realiza una adaptación
radiofónica de la Guerra de los mundos, de H. G. Wells. Su anuncio de una invasión
marciana reforzado por flashes de informaciones es de un realismo tal que
desencadena un verdadero movimiento de pánico entre los oyentes, algunos de los
cuales hasta huyen de sus domicilios.
Juicios sumarios: los investigadores han llamado «heurística»
a este tipo de reglas que se aplica de manera económica y permiten un juicio o
elecciones rápidas. Veamos algunos ejemplos de esos recursos o errores de
razonamientos.
La heurística de la mayoría: es el conformismo que
consiste en creer que la opinión mayoritaria es exacta, que un consenso
alrededor de una teoría o de un comportamiento prueba que éste es correcto.
La heurística de reconocimiento: se atribuye naturalmente
más importancia a aquello que se conoce. ¿Cuál es la ciudad más poblada, X o X?
Si uno responde con la más conocida, se puede perder, ya que las ciudades más
conocidas no son necesariamente las más pobladas. La heurística temporal.
Consiste en creer que aquello que requiere mucho tiempo es por fuerza de buena
calidad.
La heurística de disponibilidad: las informaciones más
mediatizadas son las que están más presentes en nuestro pensamiento, puesto
que están disponibles con mayor facilidad en nuestra memoria, aun cuando no
reflejen necesariamente la realidad.