En la vida cotidiana, una alta
conciencia y regulación de nuestras emociones puede hacernos todo mucho más
simple.
En la vida diaria es igualmente importante el CE “Una buena inteligencia emocional nos brinda más felicidad y satisfacción, y nos protege de El cociente emocional, el amor y la felicidad
Y no nos olvidemos del éxito en
el amor. “Las parejas cuyos miembros son emocionalmente inteligentes duran
más”, afirma Mikolajczak. Tener inteligencia emocional también ayuda a
criar niños que se vuelven adultos felices y exitosos Nomeda Maraziene, médica
y psicó loga de Vilnius, Lituania, se dedica a fortalecer la inteligencia
emocional de jóvenes en un paí s que tiene una de las tasas más altas de
suicidio en el mundo y, según un informe de 2013 del Unicef, cifras elevadas de
niños desdichados. Ella empieza la capacitación en IE con los padres, maestros
y otros adultos que son ejemplo para los niños. “El trabajo comienza con
nosotros, los adultos, para aumentar la autoconciencia, el optimismo y la
motivación interna –dice–, ya que somos responsables de las emociones que
suscitamos en los niños. De nosotros depende ser la mejor versión posible de
nosotros mismos en cuan- to a actitudes, creencias y expectativas”. De lo contrario,
podrí amos pagar un precio muy alto, advierte la experta. Una consecuencia posible
es el egocentrismo. “Si no inculcamos la empatía en los niños –afi rma–,
podrí an crecer aislados, con una actitud individualista, y no aprender a
trabajar en equipo”. Ella recalca la importancia de la cooperación para la
comunidad: “El respeto incondicional es el ingrediente clave. Todos tienen
derecho de expresar su opinión; luego, podemos discutirla y estar de acuerdo o
no”. Hace poco Maraziene trabajó en un hogar de crianza con niños que habían
sufrido rechazo y daño físico y psicológico. Para reforzar su autoestima e
inculcarles empatí a y sentido de responsabilidad, los chicos ayudaban en un
albergue canino: cuidaban a los perros y les daban paseos. Esta y otras
actividades funcionaron. En particular, dos niñas muy retraídas se abrieron.
“Empezaron a participar”, dice Maraziene. “No solo expresaban su opinión, sino
que la hacían valer”. y la
depresión”, dice Moïra Mikolajczak, profesora de Psicología en la Universidad
de Lovaina, en Bélgica. Ella compara este efecto protector con llevar una
bandeja. “Si su brazo es fuerte –si tiene buena inteligencia emocional–, podrá
llevar muchos vasos en la bandeja sin que le falle la fuerza. Pero si su IE es
débil, el menor inconveniente se vuelve un problema. Llevar un vaso está bien,
pero pone otro... ¡y la bandeja se le cae!”. Si usted no reconoce a tiempo las señales
de estrés, le resultará más difícil regular sus emociones una vez que alcancen
niveles peligrosos. Usted podrí a tener una
reacción exagerada ante un comentario inofensivo de su pareja o de su hijo, y
luego arrepentirse. Si esto se vuelve un hábito, lo llevará a la infelicidad.
La inteligencia emocional y la salud
El CE también afecta nuestra
salud. Mikolajczak realizó un estudio sobre los efectos del CE para una
organización de salud belga. “Cuanto más alto es el nivel de inteligencia
emocional, menos fármacos toma la gente y menos veces se enferma”, dice. Si
bien un CE alto no garantiza que usted no se enferme, es más probable que una baja
inteligencia emocional se traduzca en mala salud, sobre todo en problemas cardiovasculares y digestivos provocados por niveles altos de estré s. El
mayor impacto de la inteligencia emocional es en las relaciones interpersonales.
“Ya se trate del contacto con sus amigos, vecinos o compañeros de escuela,
tener inteligencia emocional es un atributo realmente positivo”, dice Cooper.
“Si quiere cortar un árbol en el límite de la casa del vecino y la suya, y
tiene un buen CE, irá a hablar con él sobre ello. Quizá s a su vecino le guste
ese árbol. Es cuestión de empatía. Tal vez usted necesite su ayuda en algún
momento importante”.
El cociente emocional, el amor y la felicidad
Y no nos olvidemos del éxito en
el amor. “Las parejas cuyos miembros son emocionalmente inteligentes duran
más”, afirma Mikolajczak. Tener inteligencia emocional también ayuda a
criar niños que se vuelven adultos felices y exitosos Nomeda Maraziene, médica
y psicó loga de Vilnius, Lituania, se dedica a fortalecer la inteligencia
emocional de jóvenes en un paí s que tiene una de las tasas más altas de
suicidio en el mundo y, según un informe de 2013 del Unicef, cifras elevadas de
niños desdichados. Ella empieza la capacitación en IE con los padres, maestros
y otros adultos que son ejemplo para los niños. “El trabajo comienza con
nosotros, los adultos, para aumentar la autoconciencia, el optimismo y la
motivación interna –dice–, ya que somos responsables de las emociones que
suscitamos en los niños. De nosotros depende ser la mejor versión posible de
nosotros mismos en cuan- to a actitudes, creencias y expectativas”. De lo contrario,
podrí amos pagar un precio muy alto, advierte la experta. Una consecuencia posible
es el egocentrismo. “Si no inculcamos la empatía en los niños –afirma–,
podrí an crecer aislados, con una actitud individualista, y no aprender a
trabajar en equipo”. Ella recalca la importancia de la cooperación para la
comunidad: “El respeto incondicional es el ingrediente clave. Todos tienen
derecho de expresar su opinión; luego, podemos discutirla y estar de acuerdo o
no”. Hace poco Maraziene trabajó en un hogar de crianza con niños que habían
sufrido rechazo y daño físico y psicológico. Para reforzar su autoestima e
inculcarles empatí a y sentido de responsabilidad, los chicos ayudaban en un
albergue canino: cuidaban a los perros y les daban paseos. Esta y otras
actividades funcionaron. En particular, dos niñas muy retraídas se abrieron.
“Empezaron a participar”, dice Maraziene. “No solo expresaban su opinión, sino
que la hacían valer”.