El uso excesivo de pantallas, sin ningún control, tiene
repercusiones especialmente en los más pequeños.
Fuente: Theconversation.com
1. SE HA PERDIDO LA JERARQUÍA INFORMATIVA
La cultura digital ha liquidado la función prescriptora del
profesional de la información, como explica el filósofo Byun-Chul Han en En el
enjambre. Las redes sociales sitúan cualquier mensaje en un plano de
equivalencia intelectual, y ya nos cuesta distinguir lo importante de lo
anecdótico.
2. NO SABEMOS QUIÉN HABLA
La celebrada democratización del acceso a los canales de
comunicación de masas, antes privativos de una minoría profesional, ha traído
como efecto inesperado el anonimato del emisor, anonimato sobre el que
—dicho sea de paso— no existe la menor intención reguladora. Sin embargo, en la
medida en que desconozcamos quién nos habla, seremos incapaces de intuir su
intención comunicativa y de calibrar la calidad del mensaje.
3. MÁS INFORMACIÓN, PERO MENOS INFORMATIVA
Asistimos a un proceso exponencial de acumulación de
información que, a partir de cierto punto, se vuelve desinformación.
El colapso de nuestra capacidad de asimilación provoca que, a partir de cierto
punto, nuestro conocimiento no aumente de modo significativo. Aquí se hace
valer el lema minimalista de “menos es más”.
4. LA TIRANÍA DE LA BREVEDAD
El código comunicativo de Internet es la inmediatez,
entre otras razones, porque la atención en las pantallas es extremadamente frágil.
Esta circunstancia provoca que los hechos no puedan ser tratados con la
profundidad y el contexto necesarios. Asistimos a una “twitterficación” o fragmentación
del mundo en enunciados de 280 caracteres.
5. EXCESO DE EMOTIVIDAD
La monetización de los contenidos difundidos por Internet
ha desencadenado una guerra sin cuartel por la atención del usuario. Esta
batalla se libra a diario con contenidos emocionales, lo que está provocando un
daño colateral: que las noticias relevantes tengan menos audiencia que las
frívolas.
6. NOTICIAS FALSAS Y DESINFORMACIÓN
La propagación de noticias falsas intencionadas, de
informaciones incompletas, descontextualizadas y de medias verdades merman la
confianza de los ciudadanos hacia toda la información que circula por la esfera
pública.
Como se ha dicho muchas veces, el riesgo no es que las
personas crean eventualmente una noticia falsa, sino que dejen de creer en las
noticias auténticas. En este sentido, se corre el riesgo de que un exceso
de escepticismo entre los jóvenes devenga en una pérdida generalizada de la
confianza en las instituciones.
7. CAJAS DE RESONANCIA MEDIÁTICA
La dieta informativa del usuario digital se elabora con los
contenidos seleccionados por algoritmos opacos, propiedad de compañías
tecnológicas con intereses particulares. La sobreexposición de los jóvenes a
unas redes sociales basadas en garantizar la homogeneidad de los contenidos
mermará su capacidad crítica, al reducir la exposición a pensamientos diferentes.