Niño enfadado Niño enfadado

Los niños de esta edad atraviesan una etapa conocida como “los terribles 2 años”; aquí, las claves para marcar límites de la mejor manera.

La importancia de marcar límites a los niños

Para los chicos, es importante aprender qué se siente y cómo se vive con un ‘no’ como respuesta, tanto para su desarrollo emocional como cerebral. Está demostrado que cuando los pequeños se enfrentan a una negativa, generan en su cerebro sustancias que les hacen posible enfrentar los obstáculos y les enseñan a reaccionar ante los cambios e imprevistos.

En cuanto a su desarrollo emocional, es clave que aprendan que no todo es posible, que la vida tiene cambios y que hay que superarlos. Esto los hace madurar. Además, muchos de los límites que los padres definen en la vida de sus hijos tienen que ver con evitar el daño a los demás, el respeto hacia los mayores, hacia sus padres, lo que es una forma de enseñarles también el amor y el respeto por sí mismos.

Los límites no son un montón de reglas para toda la vida, son sencillamente las normas fundamentales para desenvolverse en el día a día, y son aquellas que tu familia considere necesarias para vivir de acuerdo con sus valores y su filosofía, ya que cada una es única.

 Tampoco se trata de hacerles la vida más difícil para que aprendan desde los dos años lo dura que puede ser; los límites son naturales y lo que se busca es evitar que el pequeño haga todo lo que quiere, se salga siempre con la suya o logre lo que desea con base en rabietas y pataletas.

A los dos años de vida, esta tarea puede comenzar a complicarse porque tu hijo no querrá obedecer, querrá mostrarte una y otra vez que él ya es un grandulón y sabe valerse por sí mismo. Tu tarea consiste en mantener el equilibro, algo no tan fácil pero alcanzable. 

Consejos para marcar límites de forma positiva

1. Permítele que se sienta mayor en lo que puede hacer. Déjalo que se coma sus galletitas solo, así se ensucie; es fácil de remediar. Déjalo que intente ponerse su camiseta, quedará un poco torcida y vos se la acomodarás cuando él termine, sin reproches y con amor. Si te pide dar unos pasos, puedes soltarle por un momento la mano. Invítalo a que ayude en la casa, eso lo hará sentirse importante; por ejemplo, que guarde el vaso de plástico en la cocina, que lleve la toalla al baño, que escoja una fruta para el almuerzo. Déjale claro que hay actividades que no puede hacer ahora pero que muy pronto podrá, tal como vos, que no puedes hacerlo todo y muchas veces necesitas ayuda.

2. Si tu hijo tiene una rabieta, no te enojes, dile que, cuando se calme, podrán hablar; no lo reproches, regañes ni grites. Entiende que tal vez tiene una emoción que lo sobrepasa, que no es tan grande como cree para asumirla y entonces siente rabia. Cuando se calme, dale un abrazo y conversen sobre lo que pasó, pero no cambies de decisión por cuenta de su pataleta. Él debe aprender que esa no es la forma de solucionar sus problemas. Indícale con amor lo que debe hacer, con instrucciones claras y no con rodeos: “recoge el juguete” o “nos vamos a bañar”.

3. Prepáralo para los cambios. Avísale con unos cinco minutos de anticipación lo que van a hacer. Si está jugando y van a comer, dile que vaya guardando sus juguetes porque es hora de cenar, o cuéntale que ya pronto se van a dormir, que leerán un cuento y luego irán a la cama.

4. Ayúdalo a reconocer sus emociones, explícale que tal vez sintió rabia porque no le gustó lo que le dijiste, pero que es normal y que lo entiendes, y que, además, él aprenderá a expresar sus emociones. No trates de argumentar con tu hijo cuando esté furioso, no servirá de nada y puedes aumentar su ira. Recuerda que eres el adulto y tu actitud no puede ser otra pataleta o rabieta. La calma y la firmeza son básicas.

5. Sé constante. Las pataletas se repiten y debes manejarlas siempre con calma; tu actitud serena ayudará a que poco a poco disminuyan. No te enojes si hace pataleta en público, olvídate del qué dirán, piensa primero en tu hijo y no cedas a sus caprichos. Debe entender que sus padres son amorosos y firmes.

6. Los límites también se marcan con rutinas; la vida ordenada le dará seguridad a tu bebé.

7. Procura hablar de manera positiva. Trata de decir “guarda los juguetes” en vez de “no dejes desorden”, o “comete la galletita sobre el plato” en vez de “no dejes migas”. Se trata de plantear soluciones y no problemas.

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