Los traumas de la infancia no
solo marcan la vida de quien los sufre, sino que pueden afectar también a las
generaciones siguientes.
Las personas que viven experiencias
traumáticas en la infancia suelen sufrir consecuencias duraderas que afectan su
salud física y mental. Pero, además, sus hijos y nietos también pueden verse afectados. En esta forma particular de herencia, los espermatozoides y
los óvulos transmiten información a la descendencia no a través de su secuencia
de ADN, como la herencia genética clásica, sino a través de factores
biológicos que involucran al epigenoma que regula la actividad del genoma.
Sin embargo, la gran pregunta es cómo las señales desencadenadas por eventos
traumáticos se incrustan en las células germinales.
La influencia de los traumas en los genes
“Nuestra hipótesis era que los
factores circulantes en la sangre tienen un papel”, dice Isabelle Mansuy,
profesora de neuroepigenética en el Instituto de Investigación del Cerebro de
la Universidad de Zurich y el Instituto de Neurociencia de la ETH Zurich.
Mansuy y su equipo demostraron que el trauma infantil tiene una influencia
de por vida en la composición de la sangre y que estos cambios también se
transmiten a la siguiente generación. Los investigadores, en busca de
aprender, juntaronuna cohorte de 25 niños de una Aldea Infantil SOS en Pakistán
que habían perdido a su padre y fueron separados de su madre, y analizaron su
sangre y saliva. En comparación con los niños de familias normales, los huérfanos mostraron niveles más altos de varios metabolitos de lípidos, al
igual que los ratones traumatizados previamente. “Las experiencias traumáticas
de estos niños son comparables a las de nuestro modelo de ratón, y su
metabolismo muestra cambios similares en la sangre”, explica Mansuy. Hasta una
cuarta parte de los niños en todo el mundo experimentan violencia, abuso y
negligencia, que pueden conducir a enfermedades crónicas más adelante en su
vida. “Nuestros hallazgos demuestran que el trauma temprano influye tanto en
la salud física como mental en la edad adulta y entre generaciones, lo que
puede verse en factores como el metabolismo de los lípidos y los niveles de
glucosa”, dice Mansuy. “Esto rara vez se tiene en cuenta en entornos clínicos”.
Mejorar la comprensión de los
procesos biológicos subyacentes podría ayudar a los médicos a prevenir las
consecuencias médicas de aparición tardía, provocadas por las experiencias de
vida adversas, en sus pacientes.