Cáncer Cáncer

Acompañar en el sentimiento a la persona que padece cáncer, por más duro que sea, ayuda al paciente a transitar el proceso.

Fuente: Salud a Diario

El cáncer, así como otras patologías crónicas, es una enfermedad que afecta no solo a la persona diagnosticada, sino también a todo el grupo familiar y su entorno cercano. El impacto que genera este diagnóstico es muy diferente al que se produce cuando se trata de otras enfermedades, incluso el tono de voz con el que se habla del cáncer es muy particular: tiende a hablarse en voz baja, con mucha discreción, incluso adquiriendo cierto carácter murmurante y tabú. Y, en otras ocasiones simplemente se prefiere no pronunciar la palabra “cáncer” y referirse a este con algún eufemismo. Probablemente, esta forma que hemos ido internalizando para hablar (o muchas veces, dejar de hablar) del cáncer, tiene que ver con que a lo largo de la historia lo hemos asociado inevitablemente con la muerte, tema negado por nuestra sociedad y cultura occidental en general. Esto ocurre aún cuando se trate de un diagnóstico con buen pronóstico, donde existen tratamientos y probabilidades de curación. Luego del diagnóstico de cáncer el paciente iniciará un tratamiento que lo llevará a someterse a distintas terapias según su diagnóstico y probablemente vivirá varios meses en función de su enfermedad. Durante este período de tiempo, tanto el paciente como su familia, tendrán que adaptarse a múltiples cambios: los provocados directamente por los tratamientos, que impactarán en el bienestar físico y emocional y en el de sus cercanos; la inversión o cambio en los roles dentro del hogar, y la postergación de otros temas o proyectos que deben mantenerse en pausa, para hacer frente a los desafíos de vivir un cáncer. De este modo, los períodos de entretención y descanso serán reemplazados por visitas al médico, ponerse al día con tareas de otro tipo que se hayan acumulado, responder mensajes y llamadas de familiares y amigos, entre otras actividades que pueden volverse muy agotadoras. El tiempo para estar tranquiloy en familia se ve mermado, y es un espacio sumamente necesario para poder recuperar energías y compartir emociones, inquietudes y preocupaciones que pueden surgir dada la situación que se está viviendo.  Por otro lado, el impacto económico que el cáncer y sus tratamientos conllevan, puede convertirse en otra fuente de preocupación y estrés, tanto para el paciente como para el resto de la familia. 

Los efectos del diagnóstico de cáncer

Todo esto, sumado al diagnóstico reciente, puede generar una gran tensión en el sistema familiar, viviéndose como un periodo altamente estresante para todos. Frente a este “terremoto”, muchos pacientes describen la aparición de sentimientos ambivalentes y confusos en todos los miembros de la familia, y también en el entorno más cercano. Miedo de que la persona enferma no se recupere, profunda tristeza por lo desafortunado de la situación, rabia por todos los cambios que han irrumpido en el curso de la vida, culpa al pensar que tal vez una actitud distinta hubiera podido ahorrarle el sufrimiento de ahora, sentimientos de impotencia por no poder cambiar las cosas, incertidumbre en relación a aspectos labo- rales y económicos, entre otros. Lamentablemente, la mayoría de las veces se evita compartir con los demás miembros de la familia este cúmulo de sentimientos, por no tener total claridad sobre lo que pasa, por no saber cómo expresarlos adecuadamente, por temor a que al hablar de ellos se rompa todavía más la armonía familiar, o peor aún, se empeore el estado de salud del enfermo. Existe una creencia que relaciona el expresar miedo, impotencia o tristeza ante la situación de enfermedad, con un empeoramiento de la condición de salud del paciente, incluso de su pronóstico (lo cual no tiene evidencia científica), cuando en realidad, podría ayudarle a sentirse comprendido, acompañado y con el derecho de expresar y compartir con sus más cercanos lo que a él también le pasa. Cabe destacar que estas son reacciones “normales” y esperables desencadenadas por el fuerte estrés al que todos están sometidos. Sin embargo, si no son enfrentadas adecuadamente, pueden producir conflictos crónicos, repercutiendo en una mala calidad de vida para todos los miembros del grupo familiar, durante la enfermedad y con posterioridad a ella. Ante la crisis provocada por laenfermedad, será necesario reconocer en primer lugar, que el cáncer afectará atodos, pero de manera diferente. Desde ahí, una de las tareas principales va a ser reorganizar la rutina doméstica y hacer el esfuerzo de reconocer y compartir las emociones que genera el diagnóstico oncológico en cada uno, como punto de partida para enfrentar de la manera más abierta posible lo que está pasando y así, favorecer la adaptación de todos a esta nueva situación.

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