Si detecta que su audición está disminuyendo, es hora de
tomar medidas: si no lo hace ahora, la disminución de la audición podría
acarrear problemas para su cerebro.
Diminutas células ciliadas en el oído interno se
mueven como matas de pasto que ondean en la brisa, al ritmo de los sonidos de
la vida. El “¡Hola!” de un niño podría disparar un movimiento sutil, el
“¡BANG!” de los fuegos artificiales podría asemejarse a fuertes vientos en un
temporal, lo que silenciaría para siempre algunas de estas células
transmisoras de sonido. Si pierde demasiadas a causa del envejecimiento, de
la exposición al ruido o de enfermedades, tendrá problemas auditivos que
pueden aislarlo, y que son malos para el cerebro. Una pequeña
pérdida auditiva es normal con la edad. Entre el 24% y el 40% de los adultos de
más de 65 años tiene dificultades para oír. En una investigación de la
Universidad de California sobre personas entre 50 y 94 años, se descubrió que
la pérdida auditiva estaba ligada a la pérdida de memoria y de habilidades
cognitivas. Esto se debe a que uno puede gastar tanta energía mental
tratando de captar lo que la gente dice que su cerebro no puede concentrase
en la información. Los problemas auditivos significan más aislamiento
social y menos estimulación cerebral, ambos factores de riesgo de desgaste
mental.
¿Cómo salvar a sus oídos?
Comience con estos tres pasos:
1. Vea su médico si cree que ha perdido algo de
audición. Si le sugieren un audífono, sea paciente. Los resultados valen
el esfuerzo que conlleva acostumbrarse a usar el aparato, y este podría
ayudarlo a hacer actividades que fomenten la salud cerebral. En un
estudio sobre personas con problemas auditivos, los investigadores tuvieron que
separar a 1 de cada 10 voluntarios antes de comenzar, porque sus problemas
auditivos habían mejorado cuando los médicos les quitaron la cera de los oídos.
2. Baje el volumen de la música. Si usa auriculares,
las melodías están demasiado altas si otros pueden identificar lo que escucha.
3. Acumule tapones por todos lados. Úselos cuando se
exponga a cualquier sonido por encima de los 85 decibeles, como una
cortadora de césped, un concierto de rock, una boda con música a todo volumen o
cuando está en un gimnasio ruidoso. No se fíe de las motas de algodón o de
trozos de papel metidos en los oídos; estos solo eliminarán 7 decibeles,
mientras que los tapones de espuma pueden bloquear hasta 32 decibeles.