Le enseñamos cómo consumir estos dos nutrientes si los
riñones no funcionan bien.
El fósforo y el potasio son minerales que encontramos en los alimentos. Estos minerales inicialmente se mantienen inalterados en
etapas precoces de la Enfermedad Renal Crónica (ERC), pero a medida que esta
progresa, y ya en estadios con función renal por debajo de 30 ml/min, se
produce hipercalemia (exceso de potasio en sangre) e hiperfosfemia (exceso
de fósforo en sangre) peligrosos y nocivos para nuestra salud.
¿Cómo podemos evitar una hipercalemia e hiperfosfemia?
Una de las estrategias que se utiliza en la nutrición renal,
una vez que comenzamos a notar aumento de alguno de estos dos electrolitos en
sangre es la restricción alimentaria de alimentos que contienen dosis
elevadas de fosforo o potasio. Comencemos primero con el fósforo. La
primera medida es la limitación de los alimentos que en forma natural contienen
mucho de este mineral, como ejemplo tenemos: leche o sustitutos, bebidas
gaseosas tipo cola, leguminosas. Pero el fósforo se puede encontrar en
innumerables alimentos. Para poder simplificar la búsqueda de alimentos,
existe una tabla que muestra los que son peligrosos para pacientes con
enfermedad renal los que debemos evitar, luego hay un grupo de alimentos
que tienen moderado contenido de fósforo los cuales deberían consumirse máximo
3 veces a la semana para luego encontrar los alimentos con muy bajo aporte de
este mineral los cuales podemos consumir con confianza, esto no quiere decir
libre consumo, recordemos que todo exceso termina siendo nocivo. La limitación
de estos alimentos parte cuando vemos en los exámenes cierta tendencia al
incremento, no necesariamente se espera a que estén alterados, es por esto la
importancia de chequeos periódicos de dichos electrolitos. Un aspecto
importante a considerar son las fuentes ocultas de fosforo inorgánico
(inorgánico porque es fabricado, no natural y no irá a realizar ninguna función
en las células), principalmente en los aditivos alimentarios, cada vez
utilizados con mayor frecuencia en la industria de alimentos. Como ejemplos de
algunos de estos aditivos son: Fosfato de calcio, Fosfato de potasio, Fosfato
de sodio, Fosfato de magnesio, Ácido fosfórico. A este tipo de fósforo se llama
fósforo “oculto” ya que esta “escondido” con otros compuestos, dicho fósforo tiene
una absorción de casi el 100% esto quiere decir que todo se irá al torrente
sanguíneo sin ser utilizado por las células.
Fuentes de fósforo inorgánico
Entre los alimentos habitualmente consumidos que aportan
fósforo inorgánico podemos mencionar: carnes elaboradas, tales como nuggets de
pollo, salchichas, quesos crema, salsas instantáneas, bebidas, entre otros.
Mi recomendación es evitar todo alimento procesado y preferir alimentos “reales”, donde sepamos efectivamente qué estamos comiendo. Pensemos que
todo alimento tiene “etiquetas”, entre más contenido artificial indican estas
etiquetas, al cuerpo más le cuesta descifrar y digerir dichos alimentos. Un
dato en el cual habitualmente no se piensa: estas etiquetas señalan los
múltiples ingredientes que tienen los alimentos, pero sabemos que, a menos
ingredientes, más fácil es el proceso de digestión y absorción para el cuerpo.
Pasemos ahora al potasio. Al igual que el fósforo se comienza a limitar el
consumo de alimentos con concentraciones elevadas de este mineral. Otra
medida es la técnica de desmineralización donde sometemos a dichos alimentos a
remojo y doble cocción, y eliminamos así al menos el 30 % del contenido de
potasio. De ahí su vital importancia. Cabe mencionar que los alimentos bajos en
potasio NO se someten a esta técnica.