Nuevos estudios señalan la relación entre el Parkinson y la
bilis como forma de detectar temprano la enfermedad.
¿Qué tiene que ver la producción de ácidos biliares en el
tracto digestivo con la enfermedad de Parkinson? Mucho, según una nueva
investigación que revela que los cambios en el microbioma intestinal, la
rica población de microbios útiles para los cuales el tracto digestivo es su
hogar, pueden a su vez alterar la producción de ácidos biliares al favorecer la
síntesis de formas tóxicas de los ácidos. ¿La novedad? Estos cambios se
observaron solo en personas con Parkinson y no en controles sanos, una
diferencia crítica que sugiere que los ácidos biliares pueden ser un
biomarcador viable para diagnosticar la enfermedad de Parkinson de manera temprana y rastrear su progresión. Lo anterior también puede proporcionar
nuevas vías para desarrollar terapias que impidan los cambios relacionados con
el Parkinson en el intestino, lo que potencialmente ralentiza o detiene la
aparición y progresión de la enfermedad.
Camino de dos vías para detectar el Parkinson
“Cada vez está más claro que la salud intestinal está
estrechamente relacionada con la salud del cerebro”, dice Peipei Li, Ph.D.,
primer autor del estudio citado y ex becario postdoctoral en el Labrie Lab del
Instituto Van Andel. “Nuestros hallazgos brindan nuevas y emocionantes
oportunidades para comprender mejor esta relación y posiblemente para desarrollar
nuevas formas de diagnosticar, e incluso tratar, el Parkinson”. Para
investigar las diferencias en el microbioma, el equipo recurrió al apéndice, un
trozo de tejido frecuentemente difamado, que en realidad juega un papel
importante en la regulación de los microbios intestinales. El equipo analizó y
comparó exhaustivamente la composición del microbioma de muestras de apéndice
de personas con Parkinson y controles sanos. Encontraron diferencias
significativas, y los cambios en la composición microbiana de las muestras de
Parkinson se correlacionaron con niveles más altos de ácidos biliares tóxicos.
Los hallazgos coinciden con un estudio de 2020 dirigido por científicos en
España que sugiere que los cambios en los ácidos biliares en el plasma están
asociados con la enfermedad de Parkinson.
Relación entre el intestino y el Parkinson
En los últimos años, la investigación ha
revelado un número creciente de vínculos entre el intestino y el Parkinson. Por ejemplo, el estreñimiento crónico a
menudo es uno de los primeros signos de la enfermedad de Parkinson y puede
ocurrir años o incluso décadas antes del inicio de los síntomas motores
característicos de la enfermedad. Otros estudios han demostrado que la hepatitis
C, que afecta el hígado, aumenta el riesgo de desarrollar Parkinson. Es
importante destacar que un estudio de 2018 realizado por Labrie y sus colegas
demostró que la extirpación del apéndice se asocia con una reducción del 19 al
25 % en el riesgo de Parkinson cuando la cirugía ocurre temprano en la vida,
antes del inicio del proceso de la enfermedad. También encontraron que el
apéndice actúa como un almacén de proteínas relacionadas con el Parkinson
llamadas alfa-sinucleína, grupos de los cuales son un signo patológico
clave del Parkinson. Sin embargo, se encontró alfa-sinucleína en los apéndices
de controles sanos, así como en personas con Parkinson, lo que implica que la
presencia de la proteína por si sola no es suficiente para desencadenar la
enfermedad.