Mujer elongando Mujer elongando

Es un hecho simple y comprobado: mantenerse activo hace bien. Y cuanto antes incorpore la actividad física en su vida, mejor le sentará el paso de los años.

 El ejercicio ayuda a contrarrestar los cambios físicos y mentales, a parecer más joven, a sentirse vital y a defenderse de las enfermedades. Si hubiera una píldora mágica de la juventud, su nombre sería “actividad física”. ¿Por qué es tan importante seguir en movimiento? A medida que pasan los años, el metabolismo se hace más lento. Los órganos vitales, como el cerebro y el corazón, y los tejidos (por ejemplo, los huesos y los músculos) tienden a encogerse con la edad. Si además está menos activo, tendrá un menor requerimiento de energía, porque si consume la misma cantidad de calorías que siempre ha consumido, subirá de peso.

Cuando se trata de quemar energía, la grasa es más lenta que el tejido muscular, que siempre está deseoso de energía, incluso cuando está en reposo. Además, el exceso de grasa es peligroso, porque nos pone en riesgo tanto de enfermedades como de trastornos musculares y articulares.

 

Cómo ayuda el ejercicio al organismo

 

El control del peso es solo uno de los beneficios de mantenerse activo. También comprobará que la respiración mejora. El movimiento aumenta la demanda de oxígeno del cuerpo y esto desafía al corazón y a los pulmones a trabajar más duro, lo que aumenta su eficiencia. Asimismo, el riesgo de contraer enfermedades puede disminuir. En un estudio llevado a cabo en los EE. UU. durante diez años sobre 143.000 personas de alrededor de 63 años, se descubrió que media hora al día de actividad moderada (correr, nadar, practicar tenis o ciclismo) se relaciona con una disminución del 40% del riesgo de contraer Parkinson. E investigadores de Texas que estudiaron a 12 personas sedentarias y a 12 deportistas de élite de 70 años descubrieron que los atletas mayores tenían corazones más jóvenes, menos rígidos y una mejor función cardíaca. Además, confirmaron que tan solo un año de entrenamiento progresivo y vigoroso mejoró de manera significativa la función cardíaca en el grupo sedentario, a pesar de que no redujo el endurecimiento cardíaco.

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