Mujer tomando café Mujer tomando café

¿Sabía que muchas veces consideramos que el gusto de un alimento es, en realidad, su olor? ¿Cómo interactúan estos dos sentidos en la percepción? 

La relación entre el gusto y el olfato

Una gran parte de lo que denominamos el gusto de los alimentos es, en realidad, su olor: éste sube desde las fosas nasales hacia la parte posterior de la boca (se habla de retro-olfato). Por esta razón, no se siente el gusto de los alimentos cuando se está resfriado. A diferencia de la vista, el oído y el tacto, el gusto y el olfato responden a estímulos químicos, provocados por moléculas presentes en todo lo que absorbemos para el gusto y por las que se encuentran en el aire para el olfato. Existen centenas de miles de moléculas diferentes: aunque no las percibamos a todas, el repertorio de estos dos sentidos es inmenso. Se desprende de todo esto otra particularidad en común: a diferencia de los sentidos denominados físicos, en este caso, no existe un observador estándar. Cada uno percibe un olor o un gusto a su manera. Por eso, la ausencia de vocabulario especializado por ejemplo, «verde» para la vista, «agudo» para el sonido, o «caliente» para el tacto para describir un olor o un gusto. Finalmente, los gustos y los olores provocan reacciones muy fuertes, que van del placer al disgusto, incluso a las náuseas. Nuestra capacidad para memorizar olores y sabores se deriva, sin duda, de esta fuerte carga emocional. El mercadeo olfativo interpela a esta característica de los olores para modelar la imagen de un producto. Hay agencias de publicidad que concibieron un olor característico específico («propio») para los estacionamientos, con el objetivo de disminuir la impresión de inseguridad de los clientes. 

¿Qué son los sentidos innatos?

Aunque en toda su vida no haya visto un zorro, una rata se inmoviliza y se muestra estresada en cuanto se le hace sentir su olor. Otras experiencias muestran que la mayoría de los animales parecen reaccionar de manera innata ante algunos olores. Pero, el hombre ¿reacciona de manera instintiva a algunos olores o a ciertos gustos? ¿Determinan nuestros genes qué olores o qué sabores consideramos atractivos o desagradables? Basta con que a un recién nacido se le den unas gotas azucaradas o amargas para que, de inmediato, haga gestos inequívocos. Sin embargo, ¿es genético? Algunos investigadores piensan que la atracción hacia lo dulce se adquiere en el útero. El feto se nutre con el líquido amniótico, cuyo gusto es ligeramente dulce, aunque cambie según la comida de la madre. Lo mismo ocurrirá con la leche.


¿Los sentidos se aprenden y varían con la edad?

Si exceptuamos los sabores muy sencillos como lo dulce o lo amargo, nuestras preferencias alimenticias u olfativas son el resultado del aprendizaje y varían con la edad. Los sabores complejos o fuertes «no inspiran» a los niños más que la amargura. Es necesario esperar a la edad adulta para apreciar las bebidas amargas (café, cerveza) o los platos sofisticados. Una educación que no pasa por las palabras, puesto que no existen, pero sí por la experiencia: hace falta degustar. Por lo tanto, las preferencias gustativas del adulto resultan, esencialmente, de sus experiencias y de su cultura. Algunas comidas que provocarían náuseas en ciertos lugares del mundo pueden ser muy apreciadas en otros sitios: insectos, frutos de mar, caracoles o karela (legumbre amarga consumida en la India). Únicamente, los gustos y los olores de la descomposición parecen ser rechazados por todas las culturas, sin duda, porque indican un alimento en mal estado. Se aprende, incluso, a desarrollar la capacidad para detectar y reconocer un aroma o un gusto. En el campo de la industria agroalimentaria, si se intentara medir los aromas sin preocuparse por su carga emocional, pero sólo por procedimientos físicoquímicos, no se obtendrían resultados satisfactorios. Es necesario, entonces, recurrir a personas elegidas no por sus facultades olfativas excepcionales, sino también por su aptitud, ligada al aprendizaje, para identificar los aromas y evaluar su intensidad.

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