Si quiere tener una alimentación saludable, hay ciertos
alimentos que no pueden faltar en su cocina.
¿Recuerda cuando el aceite de oliva era sólo una
sustancia que usted guardaba en una pequeña aceitera y que se usaba para
mezclar con vinagre en la preparación de una ensalada? A pesar de su
insignificancia de antaño, este aceite se ha convertido en un gigante de la
nutrición en la actualidad. Las paltas y los frutos secos —considerados
antes placeres prohibidos debido a su alto contenido de grasas— también han
pasado por un cambio de imagen. El motivo es que las investigaciones demuestran
que las personas que consumen muchos de estos y otros alimentos ricos en ácidos
grasos monoinsaturados tienen índices bajos de cardiopatía. Este fenómeno
se descubrió por primera vez a comienzos de 1970, cuando los investigadores
advirtieron que las personas en las islas griegas de Creta y Corfú sufrían
muchísimos menos ataques cardíacos. Esa observación luego ayudó a
popularizar la denominada dieta mediterránea. Por supuesto, no hay una única
dieta mediterránea; la cocina del sur de Francia tiene poco en común con los
gustos culinarios de Egipto, por ejemplo. Además, quienes siguen regímenes
alimenticios tradicionales en esta región suelen consumir abundante pescado,
granos integrales, frutas, verduras y otros alimentos beneficiosos para el
corazón.
Sin embargo, el aceite de oliva rico en ácidos graso smonoinsaturados es el denominador común en toda la región. ¿Tiene una
botella de aceite de oliva en su despensa? Si no la tiene, entonces es probable
que no consuma suficientes ácidos grasos monoinsaturados. Importantes estudios
sugieren que cocinar con aceite de oliva o aceite de canola y comer
otros alimentos ricos en este tipo de ácidos puede aumentar drásticamente las
defensas contra cardiopatías.
Menor riesgo de un segundo ataque al corazón
En un estudio francés, las personas que habían sufrido un
ataque cardíaco —y por lo tanto corrían riesgo de otro— siguieron una dieta
rica en ácidos grasos monoinsaturados que incluía aceite de oliva. Cuatro años
después, tuvieron un 50 a un 70 por ciento menos de probabilidades de sufrir
un segundo ataque cardíaco o accidente cerebrovascular en comparación con
un grupo que consumió otros tipos de grasa.
Reversión del síndrome metabólico
Investigadores italianos asignaron a un grupo de pacientes
una dieta típica baja en grasas, que incluía aproximadamente el 30 por ciento
de las calorías totales de la grasa, mientras un segundo grupo seguía una dieta
con la misma cantidad de grasas, pero principalmente de aceite de oliva,
frutos secos y otras fuentes de ácidos grasos monoinsaturados. Dos años
después, la mitad de los que hacían dieta en el grupo con ácidos grasos
monoinsaturados no desarrollaron síndrome metabólico: bajaron de peso,
las grasas en sangre mejoraron, procesaron el azúcar más eficientemente y sus
arterias se volvieron más saludables. Apenas 12 de los 90 pacientes originales
que siguieron la típica dieta baja en grasas se recuperaron del síndrome
metabólico.
Un perfil de riesgo cardíaco más sano
Un ensayo denominado Estudio OmniHeart (Ensayo de ingesta
óptima de macronutrientes para la salud cardíaca) comparó varias dietas
distintas para bajar de peso y encontró que las personas que obtenían la mayor
parte de la grasa de los ácidos grasos monoinsaturados reducían
drásticamente el nivel de triglicéridos altos (grasa que obstruye las
arterias) y de colesterol LDL malo, al mismo tiempo que disminuían su presión
arterial considerablemente: la presión arterial sistólica (número máximo) cayó
casi 16 puntos y la presión arterial diastólica (número mínimo), unos 8 puntos.
Y además, una dieta en la que los ácidos grasos monoinsaturados son el soporte
fundamental puede incluso ayudar a controlar el contorno de la cintura.