Algunos rasgos de estas personalidades son similares a los
del resto, solo que acentuados.
Nuestra personalidad está constituida por rasgos que nos
diferencian y que nos hacen únicos. Es así como algunas personas tienden a ser
más introvertidas o extrovertidas que otras, más o menos seguras o más o menos
ansiosas. La ansiedad es un sentimiento de miedo, temor e inquietud acerca
del futuro, de lo que viene o de lo que podría pasar. Esta sensación podría
hacer que las personas suden, se sientan inquietas o tensas, y que tengan
palpitaciones o dificultad de respirar, lo cual deriva en una sensación
permanente de no poder estar tranquilo(a). La sensación de ansiedad, puede
ser una reacción normal al estrés, que todos podríamos tener, pero se torna
difícil cuando está presente la mayor parte del tiempo, sin variaciones a
lo largo del día o de los meses; sobre todo, porque esta sensación se
incrementa cuando estamos expuestos a situaciones difíciles. Cuando esta ansiedad y preocupación se exagera, aparecen los rasgos obsesivos como una
manera de controlar la incertidumbre que produce el vivir. Dado que el
mundo se avizora tan amenazante, algunas personas desarrollan estos rasgos.
En este contexto aparece la rumiación ansiosa, que es una
tendencia a centrar el foco de atención hacia determinados pensamientos y/o
recuerdos que despiertan una respuesta emocional intensa, que normalmente
hace alusión a ideas catastróficas: algo muy malo va a pasar si no controlamos
o regulamos todo, lo cual aumenta los rasgos obsesivos y disminuye calidad de
vida.
Exceso de reglas en personas obsesivas
Estos rasgos se caracterizan por tendencia a la rigidez
en las acciones o pensamientos, al perfeccionismo y a una preocupación por el
orden y el control de las cosas. Intentan tener controlado el mundo, para
lo cual estas personas se aferran a los horarios, la programación de la agenda,
los presupuestos, tener fondos económicos para hacer frente a la adversidad y,
además, generan reglas acerca de todo. Estas reglas no sólo deben cumplirlas
ellos, sino todos los que están a su alrededor. Se ha visto que estas
personas tienen, sin duda, una ventaja evolutiva en comparación con otras que
son más desordenadas y sin estructura. Al decir “evolutiva”, me refiero a que,
en tiempos de nuestra vida prehistórica, cuando no existía la actual sociedad,
donde las mayores amenazas están controladas, las personas debían estar atentas
y alertas a las amenazas ambientales como la lluvia, tormentas, la erupción de
los volcanes, los eclipses, etc, como así también, frente a la amenaza de otras
especies, para no ser devorados por otros animales. Por ende, este tipo de
personas, al ser más previsoras, tenían más probabilidades de supervivencia.
De tal manera que controlar en ese tiempo, los ciclos horarios, con quien se
relacionaban, tenía un sentido evolutivo que en la actualidad no se justifica,
ya que hemos construido sociedades que tienen organismos de regulación y
control, que se encargan de alertarnos de cambios medioambientales, económicos,
de salud, etc., por ende, los rasgos obsesivos no deberían ser tan exagerados
como lo eran en la era primitiva.