¿Por qué somos más vulnerables a las enfermedades al
atravesar angustia o estrés? Las claves y respuestas de expertos, aquí.
Fuente: Salud a Diario
Seguramente habrás notado que, de manera inesperada, más de
algún virus te ronda, amenazando tu salud. De lo que no te habrás dado cuenta,
es que factores como el estrés parecen estar impidiendo que tu sistema
inmunitario realice su trabajo protector. ¿Por qué ocurre esto? Porque el
estrés agudo o sostenido en el tiempo envía señales de alerta al sistema
nervioso, con el consiguiente debilitamiento de las capacidades defensivas
del organismo. El estrés, sobre todo cuando es persistente, puede echar por la
borda todo el trabajo realizado por el sistema inmune. Entre nuestra mente y el
sistema inmune existe una complicidad. En situaciones de estrés, el cerebro
envía señales a las glándulas suprarrenales para que liberen cortisol, lo que
permite que nuestro organismo se prepare, activando los mecanismos naturales de
defensa: aumenta el número y la actividad fagocitaria. Es decir, se activa
el sistema inmunitario innato. No ocurre lo mismo en el caso de aquel estrés
crónico, que posee un impacto negativo tanto en el sistema inmunitario de
primera línea (innato) como en el adquirido. Ambos tipos de respuesta de
estrés, nos sobrecarga, nos cansa y nos acaba enfermando, porque va debilitando
la respuesta inmunitaria en su conjunto.
¿Por qué tenemos una mayor predisposición a enfermar en situaciones de estrés?
Los expertos en psiconeuroinmunología han señalado que
existen razones bien fundamentadas para afirmar que el sistema inmunitario es
reactivo a las señales que envía el sistema nervioso y endocrino; que –a su
vez– el sistema inmune puede influir activamente sobre la función del sistema
nervioso y endocrino; y que –finalmente– el estrés también afecta al sistemainmunitario, modificando su desempeño, haciendo énfasis que todo esto estará
directamente relacionado con el tipo de estrés y de su duración. Decir que
jamás hemos sufrido estrés sería casi una mentira. El estrés hace rato que ya
es el compañero inseparable en la vida de todas personas. El solo hecho de
existir y llevar la cotidianeidad nos pone en alerta; ya sea que estemos
desempleados o con trabajo, vivamos en grupo o solos, etc., hace que
experimentemos el estrés de manera aguda o crónica. Ocuparnos de fortalecer
nuestras defensas mentales, y de cómo vivenciamos las emociones y los
pensamientos, ayudará considerablemente a mejorar la respuesta del organismo.
Definitivamente, las emociones están estrechamente vinculadas con nuestras
defensas: gestionarlas es la clave para que sean un aporte. Por ejemplo, no
alentar los pensamientos pesimistas y delimitar objetivos y meta son algunas de
las estrategias que se recomiendan para afrontar situaciones de estrés, pero
por sobre todo colaborar con el estado general de salud.