Con el paso de los años, se va dificultando recordar las
palabras precisas. Aprenda a evitar este contratiempo con esta información.
Fuente: Salud a Diario
A medida que envejecemos, nos resulta cada vez más
difícil tener las palabras correctas listas en el momento correcto, aunque
nuestro vocabulario crece continuamente a lo largo de nuestras vidas. Hasta
ahora, no estaba claro por qué esto es así. Investigadores del Instituto Max
Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas y de la Universidad de
Leipzig lo han descubierto: el problema proviene de las redes en el cerebro,
las que cambian su comunicación con el tiempo. Eso las hace más
ineficientes. Los investigadores estudiaron estas conexiones con la ayuda de
dos grupos: jóvenes de entre 20 y 35 años y mayores de 60 a 70 años. A ambos
grupos se les pidió que nombraran palabras en el escáner de resonancia
magnética que pertenecen a ciertas categorías, incluyendo animales, metales o
vehículos. Buenos, pero… Quedó claro que ambos grupos de edad eran buenos para
encontrar palabras. Sin embargo, los más jóvenes fueron algo más rápidos. La
razón de esto podría ser las diferentes actividades cerebrales. Por un lado, no
solo las áreas del lenguaje en sí eran más activas en los más jóvenes. También
mostraron un intercambio más intenso dentro de dos redes decisivas: la red de
la memoria semántica, en la que se almacena el conocimiento fáctico, y la red
ejecutiva, que es responsable de funciones generales como la atención y la
memoria. Lo contrario era cierto para las personas mayores. Aquí, las áreas
ejecutivas mostraron una mayor actividad, lo que indica que la tarea fue más
difícil para las personas de esa edad en general. No obstante, el intercambio
dentro de las redes cruciales fue menos efectivo que entre los más jóvenes. El
grupo de mayor edad probablemente se benefició del intercambio entre redes,
pero esto está asociado con pérdidas. “La comunicación dentro de las redes
neuronales es más eficiente y, por lo tanto, más rápida que entre ellas”,
explica Sandra Martin, estudiante en MPI y una de las autoras del estudio.
¿Por qué los patrones de actividad cerebral cambian con la edad?
Una teoría, dice Martin, es que a medida que las personas
envejecen, confían más en el conocimiento lingüístico que tienen, por lo
que los intercambios entre redes se vuelven más importantes, mientras que las
personas más jóvenes confían más en su rápida memoria de trabajo y procesos de
control cognitivo. “A nivel estructural, la pérdida de materia gris en el
cerebro también podría desempeñar un papel, que se compensa con el intercambio
entre redes”, agrega Martin.
Esperanzas para recordar mejor
Pero, no siempre es así. Una investigación publicada, en
2019, mostró que una conectividad funcional más fuerte, es decir, la
comunicación entre las neuronas en varias redes del cerebro, está relacionada
con la memoria juvenil en los adultos mayores. Así, aquellos con memoria
superior, llamados superagers, tienen la conectividad más fuerte. El trabajo
confirma algo que los investigadores ya sabían: que algunos adultos de 80 y 90
años funcionan cognitivamente tan bien o mejor que las personas mucho más
jóvenes. Un estudio anterior había mostrado que, en comparación con los adultos
mayores típicos, los cerebros de los superagers son más grandes en ciertas
áreas que son importantes para los procesos que contribuyen a la memoria,
incluido el aprendizaje, el almacenamiento y la recuperación de información.
Pero las regiones del cerebro no son islas desconectadas; forman redes que
“hablan” entre sí para permitir comportamientos complejos. “Esta comunicación
entre las regiones del cerebro se interrumpe durante el envejecimiento normal”,
explica Alexandra Touroutoglou, investigadora del Departamento de Neurología
del MGH y del Centro de Imágenes Biomédicas Athinoula A. Martinos. “Los
superagers no solo muestran una estructura cerebral juvenil, sino también una
conectividad juvenil”. Por qué nos olvidamos de las palabras A largo plazo, el
objetivo es que la gente mayor tenga redes tan eficientes como los jóvenes. El
estudio actual analizó a los adultos mayores, adultos típicos de 60 a 80 años,
y adultos jóvenes de 18 a 35 años. “Nuestra predicción fue que los adultos
mayores típicos tendrían menos sincronización en estas ondas cerebrales, redes
menos eficientes, pero que los adultos mayores superagers tendrían redes tan
eficientes como los adultos jóvenes. Y eso es lo que encontramos”, dice
otro de los investigadores, Bradford C. Dickerson. Ahora, la idea es que
investigaciones futuras puedan entonces medir los efectos de la genética, así
como el ejercicio, la dieta, la conexión social y otros factores del estilo de
vida que se ha demostrado que afectan la resiliencia en los adultos mayores.
“Esperamos identificar cosas que podamos recetar a las personas, que les ayuden
a ser más como un superager”, explica Dickerson, quien también es profesor
asociado de Neurología en la Facultad de Medicina de Harvard. “No es tan
probable que sea una píldora, sino más bien recomendaciones sobre el estilo de
vida, la dieta y el ejercicio. Ese es uno de los objetivos a largo plazo de
este estudio: tratar de ayudar a las personas a convertirse en superagers si
así lo desean”.