Sorpréndase al descubrir el trabajo silencioso del cerebro a
toda hora.
Tómese un momento para pensar lo que hace el cerebro. Quizá
nunca se haya detenido a considerar su peculiar papel dual. Por un lado, es
el centro de control del organismo fisiológico, que es usted. En silencio,
de manera automática, sin que ni siquiera tenga que pensarlo, el cerebro
maneja la multitud de procesos que mantienen el normal funcionamiento de su
cuerpo: la respiración, el parpadeo, el equilibrio, el sueño, sus
reacciones ante los estímulos físicos como el frío y la presión, los sistemas
de alerta precoz, como la conciencia del hambre o la sed, o del dolor o el
miedo; las respuestas emocionales y sociales involuntarias, como las ganas de
llorar o de sonreír; y también el deseo sexual. Mientras esto sucede en
piloto automático, por así decirlo, el cerebro procesa el torrente constante de
información que recibe del mundo exterior, a través de los ojos, los oídos
y otros órganos, y lo convierte al instante en información coherente a partir de
la cual usted puede actuar y a la cual puede responder. Las investigaciones realizadas en décadas recientes
han revelado algunos aspectos increíbles sobre el envejecimiento del cerebro.
Resulta que, a pesar de los cambios relacionados con la edad, el cerebro
parece ser mucho más flexible de lo que se pensaba anteriormente. La
buena noticia es que nuestra capacidad para procesar información se conserva
intacta incluso a los ochenta años o más, siempre y cuando el cerebro se
mantenga saludable. Muchos de los cambios que alguna vez se atribuyeron al
envejecimiento, actualmente se adjudican a otros factores como depresión, accidente
cerebrovascular, hipotiroidismo o demencia. Algunos cambios cerebrales son
simplemente parte del envejecimiento. La pérdida de células nerviosas y la
contracción natural de ciertas áreas (en particular, la corteza prefrontal y el
hipocampo) y una disminución de ciertos químicos pueden afectar el sistema de
comunicación del cerebro. Esta es la causa de los llamados “momentos de vejez”
que todos experimentamos en algún momento cuando olvidamos una palabra, o
entramos a una habitación para buscar algo y olvidamos qué queríamos.