Con
estos ejercicios, podrá tener un primer acercamiento a la disciplina del
mindfulness.
Para
poner manos a la obra, proponemos realizar una práctica diaria de nueve
minutos durante la cual focalizaremos la atención en alguna experiencia interna.
Para ello, empezaremos por sentarnos en un lugar cómodo, cerrar o entrecerrar
los ojos y comenzaremos a atender a las sensaciones en algunas partes del cuerpo,
como la de la respiración, el contacto de los puntos de apoyo del cuerpo,
las manos o los pies, o cualquier otra sensación o zona del cuerpo donde se
sienta que la atención pueda anclarse de manera estable, cómoda y segura. Es
decir que, al posar la atención allí, debe sentir confianza y cierto grado
de distensión, tal y como se siente el estar en un lugar seguro. Si no hay
lugar en el cuerpo donde focalizar la atención de esta forma, también se
puede optar por centrar la atención en los sonidos, o incluso puede abrir
los ojos y mirar un objeto o una zona del lugar donde sienta que su
atención pueda posarse de aquella forma, estable, cómoda y segura. Cuando la
atención se vaya de ese lugar que usted haya elegido, al darse cuenta de que
esto sucedió, vuelva a traer la atención hacia ese lugar de foco elegido.
Si es posible, en vez de generar tensión interna porque esa distracción haya
sucedido, trate de disponerse a traer nuevamente la atención de manera
amable y cuidadosa hacia usted mismo. Es natural que la atención salte de una
cosa a la otra, y el mejor entrenamiento ocurre cuando puede darse cuenta y volver
sin convertir eso en un problema o una lucha. Haga este mismo ejercicio entre
cinco y diez minutos por día y vaya registrando los resultados en una libreta
para ir reconociendo y registrando lo que vaya descubriendo.