¿Sabía que no solo el cerebro de la mujer se ve modificado al tener hijos?
Fuente:
theconversation.com
Menos testosterona, más oxitocina
Son
varias las hormonas que modifican sus niveles con la paternidad. Los
varones que son padres generalmente tienen niveles de testosterona más bajos
que los que no tienen hijos. Es más, esos niveles son inferiores para los
hombres que están más involucrados en las actividades de paternidad, en los
padres de niños más pequeños y en los que pasan más tiempo con los hijos o
duermen junto a ellos. Por el contrario, los niveles de testosterona aumentan
cuando los padres escuchan el llanto de los bebés, pero no pueden acudir a
consolarlos, situación parecida a una respuesta defensiva o agresiva. Algo
similar ocurre con la oxitocina, hormona íntimamente relacionada con el
desarrollo del vínculo afectivo hacia el hijo, y que promueve su cuidado.
Esta hormona aumenta en las mujeres embarazadas al final de la gestación, se
dispara durante el parto y continúa elevada hasta que transcurren varios meses.
Pues bien, en el padre que mantiene contacto afectivo con su bebé, los
niveles de oxitocina también aumentan. Y lo mismo sucede con otras
hormonas, como la vasopresina y la prolactina, que predisponen al cuidado del
recién nacido. El cerebro se reestructura para la paternidad
Qué le ocurre al cerebro con la paternidad
En
un estudio realizado con padres, se hizo una resonancia magnética a las 2-4
semanas posteriores al parto (tiempo 1) y a las 12-16 semanas posteriores al
parto (tiempo 2), y se encontró que los progenitores experimentaron un
aumento en el volumen de materia gris en las regiones del cerebro involucradas
en la motivación y en la recompensa. Los científicos sospechan que podría
tratarse de un mecanismo para las adaptaciones funcionales –motivación para el
cuidado y detección de señales infantiles– que los padres adquieren durante
algunos meses tras el nacimiento de su hijo. Después de todo, este período de
posparto resulta fundamental para desarrollar un vínculo emocional a través
de interacciones intensas. Con todo, la respuesta de padres cuidadores principales
y secundarios no es igual. En una investigación reciente, se decidió comparar a
tres grupos de padres y madres que criaban a su primogénito: madres heterosexuales
cuidadoras primarias, padres heterosexuales cuidadores secundarios y padres
homosexuales a cargo del cuidado primario que criaban bebés sin participación
materna. Las madres heterosexuales cuidadoras primarias mostraron una mayor
activación en las estructuras cerebrales de procesamiento de las emociones,
mientras que los padres heterosexuales cuidadores secundarios mostraron una
mayor activación en la red sociocognitiva (comprensión social y cognitiva),
relacionada con la oxitocina y la sincronía entre padre e hijo. Los padres homosexuales
a cargo del cuidado primario exhibieron una alta activación de zonas cerebrales
de forma similar a la de las madres heterosexuales cuidadoras primarias, y una
alta activación de zonas cerebrales comparable a la de los padres
heterosexuales cuidadores secundarios. Además, se comprobó la alta
conectividad funcional entre ambos sistemas, el de las emociones y el de la red
sociocognitiva. En todos los varones, el tiempo dedicado al cuidado infantil
directo se vinculó con el grado de conectividad cerebral.
La plasticidad del cerebro ante los desafíos
Como
hemos visto, los estudios parecen confirmar la hipótesis de que la base
neurobiológica del cuidado paterno es similar a la del cuidado materno,
aunque como ya adelantábamos al principio, es un campo de estudio que precisa
más investigación. Las distintas modificaciones neurobiológicas en el
proceso de la paternidad ocurren gracias a la plasticidad cerebral, esto
es, la capacidad del cerebro para cambiar su estructura y su funcionamiento a
lo largo de la vida como respuesta a las características del entorno (en este
caso, los estímulos procedentes del hijo y el contexto social), lo que llevaría
a cambios en su conducta. Con las hormonas como mediadoras, estos cambios
facilitarían la adaptación a la nueva situación, pues ser padre, al igual que
ser madre, entraña retos importantes. Eso sí, conviene tener presente que (al igual
que sucede con las madres) no todos los padres tienen las mismas condiciones
para vivir una paternidad con bienestar. Las circunstancias sociales,
económicas y del entorno determinan en gran medida cómo puede afrontar cada uno
esta nueva etapa vital.
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