Descubra la importancia de mantener vínculos familiares y
sociales para vivir una vida más plena.
La vida moderna está cada vez menos orientada al sentido
de comunidad. La mayoría de nosotros ya no vive en familias extendidas; a
menudo nos mudamos por razones de trabajo y vivimos lejos de nuestros
parientes. Nos casamos más tarde, tenemos menos hijos, y es más probable que
nos divorciemos. Y nuestros vínculos sociales se han ido encogiendo en
forma progresiva. Una encuesta de 2011 mostró que la mayoría de los adultos
tiene solo dos amigos íntimos; hace 25 años, el promedio era de tres. Otra
investigación realizada por psicólogos en Utah, Estados Unidos, que examinaron
14 estudios diferentes de gente mayor, comprobó que aquellos con más vínculos
sociales tenían un 50% más de probabilidades de estar vivos un promedio de 7,5
años más tarde que quienes tenían un menor número de conexiones. Una de cada
tres personas de más de 65 años vive sola. Pero la buena noticia es que a las
personas solteras les puede ir tan bien como a las casadas, siempre que tengan
un fuerte apoyo emocional de los amigos.
La importancia de hacer amigos
Tener una amplia red social puede prolongar su vida,
según una encuesta realizada en los Estados Unidos. Los investigadores del
estudio de Utah mencionado comprobaron que las personas que vivían con alguna
otra tenían tasas de supervivencia un 19% mayores que quienes vivían solas, y el
aumento en la tasa de supervivencia llegaba a un sorprendente 91% entre quienes
tenían vínculos comunitarios y sociales más fuertes.
¿Cómo hacemos para mantenernos en contacto más amplio con el
mundo, una vez que el trabajo ya no nos suministra esa conexión en forma
automática? Es vital desarrollar intereses y mantener las ganas de vivir,
no aislarse y pasar los días solo delante del televisor. De qué forma pasamos
el tiempo en los años de la jubilación realmente importa. Un estudio sueco que
rastreó la participación de las personas en actividades de ocio durante
34 años comprobó que los de más de 65 años con bajos niveles de participación
tenían el doble de riesgo de mortalidad que aquellos con los más altos niveles.
Y datos del Estudio de Envejecimiento Einstein, realizado en Nueva York,
mostraron que cuanto más tiempo pasamos disfrutando de diferentes hobbies,
menor el riesgo de demencia. Entre los intereses protectores están la
lectura, los juegos de mesa, tocar instrumentos musicales y bailar. Otra investigación
estadounidense comprobó que las actividades sociales o productivas
frecuentes, como cocinar o cuidar el jardín, incrementaban tanto la
duración como la calidad de vida y eran tan eficaces como la actividad física
regular.
Cuando vivimos ocupados
Hoy hay más pasatiempos accesibles para las personas mayores
que en ninguna otra época: solo tenemos que encontrar algo que nos agrade. Salga
de su zona de confort si es necesario, y encontrará una cantidad de
personas con ideas afines y una vasta gama de actividades estimulantes,
lugares a donde ir e intereses que le apasionen. Si le resulta difícil encontrar
algo que le atraiga, pregúntese:
•¿Cuáles son las actividades que disfruté mucho en el
pasado?
•¿Hay temas que podría encontrar fascinantes para estudiar?
•¿Alguien que conozco tiene un pasatiempo que suena
interesante?
•¿Qué lugares siento curiosidad por visitar?
•¿Podría realizar más actividad física de la que hago en
este momento?
•¿Tengo alguna habilidad útil? ¿Podría usarla para realizar
un trabajo voluntario o en campañas políticas?
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