Los estudios sobre el progreso del olfato con los años
revelan que ciertos aromas se siguen percibiendo, en tanto que otros no.
Fuente: Salud a Diario
Es una sorpresa. De las buenas. Sucede que, en contradicción
a lo que sugirió la ciencia hasta ahora, las personas mayores con un sentidodel olfato en declive no tienen una capacidad olfativa completamente amortiguada para los olores en general, simplemente depende del tipo de olor. Investigadores
de la Universidad de Copenhague llegaron a esta conclusión después de examinar
la percepción de un gran grupo de daneses mayores y su intensidad de los olores
comunes de los alimentos. Que el abuelo y la abuela ya no son tan buenos
oliendo como antes, es algo con lo que muchos pueden identificarse. Y también
se ha demostrado científicamente. El sentido del olfato comienza a disminuir
gradualmente a partir de los 55 años aproximadamente. Hasta ahora, se creía que
disminuía uniformemente y en gran medida con la edad. Sin embargo, un
estudio de la Universidad de Copenhague informa que ciertos olores de los
alimentos se ven significativamente más afectados que otros.
La complejidad de los olores
Así se desprende de los resultados del trabajo de Eva
Honnens de Lichtenberg Broge del Departamento de Ciencia de los Alimentos y sus
colegas investigadores, enfocados en testear la capacidad de los daneses
mayores para percibir los olores de los alimentos cotidianos. Los
investigadores midieron la intensidad con la que los adultos mayores percibían
los diferentes olores de los alimentos, así como cuánto les gustaban los olores.
“Nuestro estudio muestra que la disminución del sentido del olfato entre los
adultos mayores es más compleja de lo que se creía. Si bien su capacidad para
oler la carne frita, las cebollas y los champiñones es notablemente más débil”.
En cambio, “huelen a naranja, frambuesa y vainilla tan bien como los adultos
más jóvenes”, dice Eva Honnens de Lichtenberg Broge. Entonces, “un sentido
del olfato en declive en los adultos mayores parece bastante específico del
olor. Lo que es realmente interesante es que cuánto le guste a uno un olor no
depende necesariamente de la percepción de la intensidad”, agrega. Por ejemplo,
el gusto por la carne frita, las cebollas y los champiñones no pareció verse
afectado en gran medida con el paso de los años, a pesar de que se observó la
mayor disminución en la percepción de intensidad para estos olores específicos.
También la capacidad de oler el café disminuyó, entre otras cosas, aunque a
los mayores no les gusta el aroma del café en la misma medida que a los adultos
más jóvenes. Los sujetos de prueba incluyeron a 251 daneses de entre 60 y
98 años y un grupo de control que constaba de 92 personas de entre 20 y 39
años.
¿Cuál es la historia detrás del estudio del olfato?
Los investigadores solo pueden especular sobre por qué el sentido
del olfato en declive en los adultos mayores parece ser específico de ciertos
olores y por qué, en algunos casos, el gusto no se ve afectado en gran medida.
Sin embargo, solo pueden especular sobre por qué la disminución de la
intensidad fue más pronunciada para la carne frita, las cebollas y los
champiñones, alimentos que se conocen como 'salados' o umami por naturaleza.
“Esto puede deberse al hecho de que se trata de olores de alimentos comunes en
los que el sabor salado o umami (asociado a las proteínas) es un elemento de
sabor dominante. Es ampliamente reconocido que el sabor salado es el sabor
básico más afectado por el envejecimiento. Dado que el gusto y el olfato están
fuertemente asociados cuando se trata de respecto a la comida, nuestra percepción
del aroma puede verse alterada si, para empezar, la percepción del sabor de la
sal se deteriora”, explica la científica.
Desnutrición en las personas mayores
Los investigadores esperan que quienes trabajan para
mejorar las comidas y las experiencias gastronómicas de los adultos mayores
puedan implementar sus hallazgos. Las cifras muestran que la mitad de los
mayores de 65 ingresados en hospitales daneses están desnutridos. Lo mismo se
aplica a uno de cada cinco residentes de hogares de ancianos. Si bien el
sentido del olfato es importante para estimular el apetito y también nuestros
niveles de serotonina, según De Lichtenberg Broge, su estudio demuestra que la
sensibilidad del sentido del olfato no tiene por qué ser decisiva. Para
varios de los olores de los alimentos, el gusto del encuestado por un olor se
mantuvo sin cambios, incluso cuando su capacidad para percibirlo había
disminuido. “Nuestros resultados muestran que mientras un olor a comida sea
reconocible, su intensidad no determinará si le gusta a la persona o no.
Entonces, si uno quiere mejorar las experiencias de comida de los adultos
mayores, es más relevante prestar atención a lo que disfrutan comer que
preguntarse qué aromas les parecen más débiles”, concluye.