No importa la edad que tenga: dejar el consumo de tabaco
siempre es recomendable y beneficioso.
Fuente: Salud a Diario
Si lo abandona a los 60, puede ganar tres años de vida y ¡es
tanto mejor vivir sano! Si abandona el cigarrillo, reducirá las
posibilidades de que se deposite grasa en las paredes de las arterias o se
obstruyan los vasos sanguíneos y, por ende, también las posibilidades de
padecer enfermedades coronarias, ACV o demencia. Además, toserá menos y
tendrá menos flema, si es que ambos síntomas no desaparecen por completo.
También se beneficiará el cutis: recuperará la lozanía y tendrá menor
propensión a las arrugas.
Cómo dejar de fumar
Sabemos que es una meta difícil de alcanzar, pero existen
muchas vías de ayuda: consulte a su médico sobre los servicios para dejar de fumar. Además, los fumadores adultos suelen dejar de fumar con más
facilidad que los jóvenes. No todo el mundo abandona el hábito de la misma
manera, pero podemos sugerirle algunas medidas que han dado buenos resultados:
• Propóngase un día: Elija un día apropiado para dejar de
fumar y respete su decisión.
• Busque apoyo: Cuéntele a todo el mundo que abandonará
el tabaco para que, cuando se sienta tentado, sus seres queridos le den ánimo.
• Cambie la rutina: Aléjese de situaciones que lo
tienten. Deshágase de todo lo que asocia con el cigarrillo y lave la ropa
que tiene olor a tabaco.
• Beba mucha agua: Es muy importante para mantenerse
hidratado y para contrarrestar la sequedad de la boca.
• Dedíquese a un hobby: Elija uno en el que tenga que
usar las manos, para que estén ocupadas en otra cosa que no sea sostener el
cigarrillo.
• Planifique el día a día: Por cada día que no
encienda un cigarrillo, dese un “gusto”.
Para minimizar el síndrome de abstinencia, las terapias de reemplazo de nicotina –parches, chicles, pastillas, tabletas sublinguales,
vaporizadores o inhaladores nasales– proveen dosis diarias de nicotina,
indicada según la cantidad de tabaco que se consumía. Los fármacos
bupropión y vareniclina disminuyen la ansiedad de fumar. También existen otros
métodos alternativos como infusiones de hierbas, enjuagues bucales, hipnoterapia
y acupuntura. Si dejar de fumar se convierte en una pesadilla, tenga presente
que el riesgo de sufrir un infarto decrece al día siguiente de haber dado la
última pitada. Al segundo día, comienza a recobrar el gusto y el olfato. Dos
semanas más tarde, el cerebro empieza a adaptarse a la falta de nicotina, por
lo que disminuye la imperiosa necesidad de fumar. Entre unas tres semanas y
unos tres meses, mejoran la circulación sanguínea y la capacidad para hacer
ejercicio, y disminuyen la congestión y la flema. Durante los siguientes seis
meses, los pulmones están aptos para defenderse de infecciones y se elevan los
niveles de energía. Vale la pena.