Sabemos que se recomienda un consumo de agua diario elevado.
Pero ¿es lo mismo tomar agua con gas?
Fuente: Cuidateplus.marca.com
El agua con gas es tendencia. Es cierto, este producto que
se elabora gracias al ácido carbónico disuelto que genera sus burbujas siempre
estuvo allí. Sin embargo, ahora está de moda. No solo se revalorizó el
antiguo sifón de soda, sino que surgieron nuevos productos en botella para
responder la demanda de los consumidores más sibaritas.
Cada vez son más las personas que toman esta bebida sola
o en combinación con agua normal durante las comidas o como refresco, en
lugar de otras formas menos sanas de hidratación, según explica este artículo
del portal Cuidate Plus.marca.com.
La versión con gas del agua también aporta beneficios
para la salud, sobre todo para el aparato gastrointestinal, e, incluso, puede
ayudar a perder peso. Sin embargo, hay personas que no deberían abusar de su
consumo. ¿Por qué?
Expertos analizan las propiedades de esta bebida y explican
cuándo es mejor tomarla, quiénes no deberían hacerlo y cuál es la mejor en cada
caso.
Qué agua con gas conviene más
“El agua con gas se diferencia en dos grupos: las aguas
que contienen ácido carbónico de manera natural, desde el manantial, y las
aguas minerales gasificadas, que se elaboran añadiendo posteriormente el ácido
carbónico”, detalla Ana Sánchez Morillas, nutricionista-dietista.
Aunque pueda parecer extraño, la verdad es que existen
muchos tipos de agua con gas. De ahí la importancia de leer bien el
etiquetado de cada una de ellas para saber elegir la que más nos conviene en
función de su “composición”, según señala Sánchez Morillas.
Y es que “no es lo mismo el agua mineral gasificada
naturalmente, que contiene el ácido carbónico desde el manantial, que el agua a
la que posteriormente se le ha añadido ácido carbónico”, advierte.
Beneficios del agua con gas
Entre los beneficios de tomar agua con gas destaca, sobre
todo, su función saciante. Este tipo de agua “contribuye al control
de las ingestas, al generar cierta presión en las paredes del estómago, lo
que genera cierta sensación de saciedad que calma y controla el apetito”,
detalla Cristina Colina, dietista y nutricionista y miembro del Colegio Profesional
de Dietistas-Nutricionistas de Castilla y León.
Es decir, el agua con gas puede ser un buen aliado en la pérdida de peso si se toma antes de las comidas o durante estas. Además,
añade Sánchez Morillas, “contribuye a una buena salud intestinal, facilitando las
digestiones, de manera similar a como lo hacen las sales de fruta o el
bicarbonato”.
Esto es así porque “al aportar ácido carbónico y juntarse
con el ácido del estómago, se estimula la segregación de los jugos gástricos
ayudando al proceso digestivo (será más rápido y eficaz) y evitando digestiones
pesadas”, señala Colina.
Así, en caso de comidas pesadas —en su mayoría, comidas
con muchas proteínas y grasas— “el consumo de este tipo de agua facilitaría su
degradación, favoreciendo su paso por el intestino y evitando la pesadez estomacal,
ardores, dolor y reflujos”.
A quiénes beneficia el agua con gas
Según esto, las personas que más podrían beneficiarse de su
ingesta serían:
Aquellas que padecen dispepsia o digestiones pesadas, ya
que el agua con gas favorece las digestiones.
Aquellas que tienen tendencia al sobrepeso o tienen obesidad, por el efecto saciante del agua con gas y porque ayuda a controlar
la ansiedad y el apetito durante los tratamientos de control de peso.
Además, el agua con gas es una buena alternativa a las
gaseosas o tónicas, como explica este artículo de Cuidate Plus.marca.com.
Y a personas con determinadas enfermedades. Hay
estudios que afirman que el consumo habitual de agua con gas puede contribuir a
reducir el riesgo de enfermedades metabólicas, como diabetes, obesidad, osteoporosis
o hipertensión.