Si no tiene habitualmente laurel, no dude en ir a
abastecerse… Se sorprenderá de la cantidad de usos que tiene.
El laurel es un árbol longevo, perenne, con forma piramidal,
que crece muy lentamente. Según la tradición, un árbol de laurel en el jardín o
cerca de la entrada mantiene lejos tanto la maldad como los rayos y los
truenos.
Laurel, aliado en la cocina
Las hojas del laurel resisten largos cocimientos, así que
puede usarlas en sopas y estofados. Además de la carne y el pescado, va bien en
platos con lentejas o porotos. Dos hojas son suficientes en un plato que
rinde seis porciones. Las hojas frescas suelen ser amargas, pero este sabor se
atenúa si se dejan marchitar unos cuantos días. Las ramitas frescas, sin hojas,
sirven como brochetas aromáticas para carne o pescado asados. Las hojas secas
conservan su sabor aproximadamente un año. Retírelas de los platos antes de
servirlos.
El laurel para la salud
Algunas de las propiedades que se le atribuyen al laurel.
Antiinflamatorias: gracias a su contenido de eugenol,
el laurel ayuda a reducir la inflamación y a relajar los músculos.
Ansiolíticas: las hojas de laurel poseen un efecto tranquilizante, tanto para
la mente como para el cuerpo, especialmente cuando sus hojas se queman.
Potenciador del sistema inmune: al ser una fuente de
antioxidantes, el laurel ayuda a incrementar las defensas y a proteger al
organismo contra agentes externos dañinos.
Expectorantes: funciona como un remedio natural para
despejar las vías respiratorias frente a gripes y catarros, e incluso ayuda a
tratar problemas de alergias y de asma, promoviendo una buena respiración.
Humectantes: en vista de que el laurel posee un
aceite rico en antioxidantes, vitaminas y minerales, su uso tópico puede
favorecer la apariencia de la piel.
Extra: Flan de vainilla y laurel
El laurel complementa platillos de pescado, carne y aves,
salsas como la bearnesa e incluso postres como éste, en el que aporta un
ligero sabor especiado. En una olla, ponga 150 ml de leche, 150 ml de crema
espesa, 1 vaina de vainilla a la mitad y 1 hoja de laurel. Cuando suelte el
hervor, retire del fuego y deje reposar 15 minutos. Retire la vaina y la hoja.
Bata 3 yemas de huevo con 1 cucharada de azúcar de caña sin refinar en un
tazón. Añada la mezcla de la leche y revuelva bien. Regrese la mezcla a una
olla limpia. Cocine a fuego bajo, moviendo, hasta que espese el flan; no
deje que hierva. Sírvalo tibio. Rinde 4 porciones.