Conozca la
gimnasia cerebral o neuróbica, que propone pequeños cambios en las tareas
cotidianas a fin de evitar que el cerebro se aletargue.
Romper con la rutina ¡es bueno para el
cerebro! En efecto, cuando uno cambia de hábitos se envían nuevas
informaciones a las neuronas afectadas a la localización del cuerpo en el
espacio que deben adaptarse. Introducir algunos ejercicios simples en su
vida diaria permitirá que su cerebro sea estimulado de otra manera.
Permanecerá así alerta y en el máximo de sus capacidades propioceptivas.
Los beneficios de romper con la rutina
Cuando se
realizan actividades rutinarias, sólo se activa una pequeña parte de las
neuronas, pues el cerebro no presta suficiente atención a las tareas a las que
está acostumbrado. Esto es lo que propone la gimnasia neuróbica. Se trata
de ejercicios cerebrales muy simples que permiten al cerebro funcionar de
modo diferente y le impiden caer en la rutina. Por ejemplo, uno puede tratar
de lavar los platos invirtiendo el rol que le atribuye habitualmente a las manos,
cepillarse los dientes en equilibrio primero sobre un pie y luego sobre otro, o
incluso utilizar la mano izquierda para maniobrar el ratón de la computadora si
se es diestro. También se puede invertir el cuchillo y el tenedor en el momento
de las comidas o introducir la llave en la cerradura con los ojos cerrados.
Convirtiendo cada día en algo diferente y nuevo para su cerebro, usted
preservará sus capacidades al máximo.
Ejercicios de gimnasia del cerebro
- Tomar una ducha
con los ojos cerrados.
- Emprender otro
camino para ir al trabajo o cambiar de comercios para hacer las compras.
- Hago malabares
con dos o tres pelotitas.
¿Qué es la propiocepción?
La
propiocepción es la capacidad sensorial de percibir la posición relativa de
nuestro cuerpo en el espacio. Noción cercana a la sinestesia, la
propiocepción difiere de ella puesto que incluye también el sentido del
equilibrio. A cada instante, nuestro cerebro se informa sobre la posición de
nuestros miembros y sobre sus trayectorias en el espacio por medio de una red
de sensores propioceptivos, situados principalmente en las articulaciones, en el
interior de los huesos neuromusculares (los receptores sensoriales de nuestros músculos,
que indican su estado de estiramiento) y de los tendones. Según la procedencia
del mensaje, las informaciones recibidas serán procesadas por diferentes partes
de nuestra corteza cerebral, sede de las más altas funciones nerviosas, y
sobre todo, del movimiento voluntario.
Luego del
análisis por parte de la corteza, las respuestas son reenviadas a los músculos,
tendones y articulaciones. La propiocepción es de alguna manera el sexto
sentido que permite a nuestro cuerpo conservar un equilibrio y no caer
cuando pasa de una posición estable a una posición inestable. La marcha es por ejemplo
una sucesión de posiciones inestables, y los influjos provenientes de los
sensores propioceptivos así como el tono muscular son activados en forma
continuada con el fin de garantizar el equilibrio del cuerpo.