Persona con demencia Persona con demencia

Conozca cuáles son los trastornos de conducta que pueden tener las personas con demencia y aprenda a manejarlos.

 

Fuente: Salud a Diario

Creemos importante escribir sobre las alteraciones de conducta (también llamados síntomas psicológicos y conductuales o síntomas “no cognitivos”) y su manejo, ya que son muy frecuentes en las personas que viven con demencia. Estos pueden estar desde el inicio de la enfermedad o ir apareciendo y/o cambiando a medida que avanza la misma. Surgen como consecuencia del aumento del nivel de confusión que vive la persona. Suelen generar un gran impacto, a veces más incluso que los síntomas cognitivos, en la calidad de vida de la persona viviendo con demencia y en sus cuidadores, y suele ser la principal causa de internación generando gran estrés en el cuidador. Estos síntomas pueden ser muy variados, cambiando a veces entre las distintas enfermedades que causan demencia y entre distintos momentos de la misma enfermedad, pero los más frecuentes son:

1. Depresión: que puede expresarse como agitación, irritabilidad, menos ganas de realizar actividades o disminución del apetito.

2. Angustia: que puede expresarse en agitación, llanto, crisis de angustia y ansiedad por la noche.

3. Irritabilidad: que puede expresarse en conductas agresivas o en que la persona no permita que se le hable.

4. Deambulación: o lo que llamamos conducta motora aberrante, que implica caminar sin objetivo alguno por la casa, por ejemplo: abriendo o cerrando cajones o el refrigerador.

5. Alteraciones del sueño: dificultad para conciliar el sueño o despertar muy de madrugada desorientado pensando que debe levantarse.

6. Alucinaciones: ver cosas dentro de la casa, de la habitación. La mayoría de las veces esto se da por las noches.

7. Delirios: tener ideas irreales. Las más comunes son delirios de robo, creer que alguien les roba, o celotipia: creer que le son infieles.

8. Inquietud: imposibilidad de quedarse quieto.

9. Confabulaciones: confundir eventos que vieron, soñaron, leyeron, escucharon o vivieron y mezclarlos entre sí, lo que resulta en una serie de eventos que no son reales o que se parecen en algo a la realidad, pero contienen mucho de ficción. 

Cómo tratar estas conductas de demencia

Considerando lo frecuentes e importantes que pueden ser estos síntomas, disponemos de herramientas para su manejo, que se basan en tres pilares fundamentales.

1. Prevención: es el pilar más importante. Consiste en examinar los elementos que pudieran alterar a la persona y adelantarse a ellos. Esto usualmente se convierte en una búsqueda detectivesca de los factores desencadenantes, que pueden ser únicos para cada individuo. Son frecuentes los siguientes: cambios en la rutina, cambios en los horarios de sueño, muchos estímulos (como visitas, ruidos fuertes, etc.). Dolor o cambios en los fármacos, mucho estímulo por la noche o muchos elementos dentro de la casa que lo confunden.

2. Manejo no farmacológico: estas medidas son también muy importantes y se insertan cuando ya aparecieron las conductas. Se basan en identificar en qué momentos ocurren los desajustes conductuales e ir intentando distintas estrategias para su manejo. Si bien no hay una receta de cocina, como líneas generales se recomienda: tranquilizar, orientar acerca del lugar, de la hora, de las situaciones, con pocas palabras, no contradecir, cambiar el foco atencional con otras actividades o conversaciones.

3. Manejo farmacológico: los fármacos deberían ser usados como medida excepcional. Usualmente se usan dos grandes tipos: los antidepresivos, que buscan disminuir la frecuencia e intensidad de las alteraciones conductuales, y los sedantes, usualmente antipsicóticos en dosis bajas, que buscan tener un manejo rápido de algunos síntomas, como la irritabilidad y el sueño. Es importante considerar que, si bien solemos usar dosis mucho más bajas que lo habitual en estos pacientes, igualmente existe la posibilidad de efectos secundarios, por lo que el uso debe ser siempre en la menor dosis, por el menor tiempo posible y siempre bajo la indicación médica. En una película recientemente estrenada, El Padre, con la maravillosa actuación de Anthony Hopkins y Olivia Colman, retrata con excepcional delicadeza lo que ocurre a alguien que vivencia la enfermedad. Despertar cada día y no saber en qué tiempo se encuentra, no reconocer a su hija ni a su yerno, no recordar lo que su hija le dijo y sentir que no ha pasado más que una noche cuando transcurrieron siete años. Ese nivel de confusión es el que ocurre con este mal, y es la que da origen a los trastornos conductuales. No es que quienes lo padecen quieran ser agresivos, es que no pueden hacer otra cosa. 

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